Opción 137, Abril 2006.


–Mi madre dice que nací en mitad de la guerra–

En la ciudad y en la montaña se abría fuego
con el arma más fuerte:
la de un pueblo que grita patria o muerte
con la garganta repleta y el corazón afilado

–Ayer nacimos pequeños. Hoy seremos gigantes–

El cielo reventaba. Los niños lo sabían desde hace ya tiempo:
ese tronar rabioso no era de fiesta,
era el seco temblor del miedo,
el picante olor de la pólvora.

–Nicaragua libre, Nicaragua–

Nací en mitad de la sangre,
en los pasillos celestes de aquel hospital roto
heridos, heridos en la carne
heridos, nunca muertos en el pecho.

–“Cristo ya nació”, cantaban en misa–

Y el campo se teñía de flores rojas
y la ciudad se colgaba pintas rebeldes
pero hermanos y hermanas, la guerra no acaba
ay, ay, esto apenas comienza.

–Y el invierno llovía cálido sobre Managua–

Mi madre le rezó a la santa italiana
la joven de la fe abierta en llagas,
mientras paría, mientras lloraba
afuera la guerra, afuera la guerra, santa.

–“La flor más linda”, te cantaban, Nicaragua–

Toda revolución se apaga.
26 años después y hermanos, hermanas,
se comen el hambre, el hastío, la rabia.

–Mi madre dice que nací en mitad de la guerra,
pero es que esa guerra, aún no se acaba.–