Opción 27, Abril 1984.


 

Me tienes lo que se dice jodido.

Platico a la luz blanquecina de un poste
que no sabe más que de borrachos y putas y
orines de perro. Sentado en esta mugrosa
banqueta (bagrosa munqueta), me encierra
un tiempo de claros y obscuros.

        Seca mi garganta beber tu ausencia,
un día más, una noche,
quiero perderme, deslizarme,
caer,
desaparecer hundido en tu cabello,
recorrerte pecho, cintura,
llegar a un vientre de laderas que se pierden,
masticar tu cadencia, tu jadeo,
buscar bajo tus olas el sabor del mar,
tu sabor seco de tiempo retenido,
sorberlo, abarcarte toda,
inundarte.

        El polvo trae al viento y ambos
empujan los papeles por la calle.
        Sacan mis ojos, como manos,
estrellas de la noche.
        Te busco en los tobillos de estos pasos
que se apuran frente a mí,
solo encuentro el humo de los camiones,
el gritar de los periódicos vendiendo niños vespertinos.
        La ciudad palpita, late,
fluye por su vida de asfalto, de
ruido, de mugre;
lo abarca todo,
            todo lo excluye,
espera el momento,
se esconde tras las sombras de sí misma,
mata.
        Me derrota la existencia de tanto,
arranca tu imagen de mí,
la destroza:
        girones de recuerdo como nubes.

        Y eres otra vez dolor, solamente.