Un colibrí se alza,
diminuto, entre un árbol
y el aire. Vuela
sin volar sin moverse
vuela:
el aliento
lento en su pecho
alberga
el soplo de la tarde
en su interior.
Corta el aire
queda el día
partido en dos,
herida abierta de la cual brota
el agua
del tiempo
en mi interior.