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La forma inicial. Conversaciones en Princeton (2015)

Editorial Sexto Piso

 

Este libro es probablemente una de las mejores maneras de adentrarse en Piglia y, al mismo tiempo, una prueba de por qué es importante adentrarse en su obra.

El libro contiene entrevistas, transcripciones de algunas pláticas con amigos y conferencias breves a estudiantes, y los temas de cada pieza son variados y reiterativos. Reiteradas son su lectura de El astillero de Onetti y sus ideas sobre el policial, por ejemplo. Variados son, por otro lado, los temas que en una misma pieza abarca. En una entrevista pasa de distinguir entre información y experiencia a discurrir sobre la evolución material del libro a hablar sobre la necesidad de la interrupción, de utilizar la interrupción como categoría, para hacer disidencia. Estos temas vuelven necesario el libro: las palabras de Piglia funcionan como un mapa de nuestra época. Pero el libro, bien visto, no es más que un corolario a las ideas de toda su obra: en el centro el lector, el género policial estructurado alrededor de un secreto secreto, el texto de muchas capas, la escritura política – política entendida en el sentido amplio, no como lo entendieron en el boom.

(Ricardo Piglia está en el radar1 literario desde la década de los 80, más o menos desde que se publicara Respiración artificial, su primera novela. Sin embargo, no ha tenido tanta difusión sino hasta hace poco, a pesar de ser uno de los artífices de la redefinición del intelectual en Latinoamérica. Pocos escritores latinoamericanos de su generación o de generaciones previas han trabajado constantemente en universidades (ni Paz, ni Bolaño, ni García Márquez) y él es uno de esos pocos: contra el escritor en el cafecito, Piglia se opone como el escritor que da clases de teoría literaria. Este paréntesis podría parecer irrelevante si no fuera por la singularidad de Piglia en el panorama cultural de la región, panorama donde es común el deprecio a “la academia” y a todo lo que provenga de ahí. Aunque Piglia no es el único en mantenerse abierto (varios han sido receptivos a lo que se hace en las universidades), sí es parte del reducido grupo de escritores que ha colaborado activamente como profesor.)

Ahora bien: podría creerse que hay una incongruencia con este libro – al menos yo al principio lo creí. ¿Por qué Piglia, siendo alguien que combate la mercantilización literaria, aceptaría publicar lo que a primera vista parece una obra trabajada poco, bocetos de otras obras y de proyectos que no abonan, a primera vista, más que a la mistificación del escritor? Porque el libro contiene también lo que nunca falta en las entrevistas a un letrado: si escribe de pie, si mira la ventana antes de la gran idea, si escribe borradores a máquina o a mano – cosas que importan, pero que vuelven a la literatura acomodaticia: más y más a la construcción de un sujeto literario que no incomoda, a la articulación de una literatura de dato curioso. El libro parece romper un poco el misterio del escritor Piglia – mientras crea, simultáneamente, un misterio en otro lado: ¿cómo alguien que concede esas respuestas sigue siendo disidente? Extrañamente, Piglia no parece menos transgresor por esto. La forma en que trata los temas y la selección misma de los temas lo hacen distinto a cualquier escritor latinoamericano vivo de su generación. El misterio del escritor Piglia está vigente pero no está, como ocurre en una buena trama policial, donde se cree a primera vista.


1Existe un radar literario y no es “el paso del tiempo”. El radar no es independiente.