La vida en el monasterio de la Edad Media era considerada como una anticipación de la vida celeste. Los monjes ofrendaban su vida a la meditación, al rezo y al estudio de los manuscritos que componían o ilustraban el libro sagrado. Los comentarios al Apocalipsis de San Juan, realizado por el Beato de Liébana, es uno de los manuscritos iluminados que reflejan la concepción religiosa de los monjes católicos del siglo VIII. En esta época, el pensamiento apocalíptico dominaba la mente de los devotos españoles y se creía que la figura del Anticristo encarnaba en la presencia musulmana en la Península –la conquista árabe de España se había consolidado unas décadas antes. Este manuscrito tenía un valor especial, pues a través de las representaciones de las profecías bíblicas, con imágenes de Cristo, de Satanás, de las bestias y los ángeles que conforman la concepción cristiana, los monjes encontraban un vínculo con lo simbólico y entraban al ritual místico. Más allá de instrumentos de aprendizaje, los manuscritos medievales eran herramientas de meditación, que permitían la comprensión espiritual (Spiritualis Visio) de la palabra de Dios e inducían a la experiencia del despertar. En este encuentro, se podía acceder a la sabiduría divina y preparar el alma para el juicio final que se acercaba: El Apocalipsis.
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Gráfica ocular · Número 192 ·