El poeta y destino
como una pistola
contra el corazón
que no se detiene
para abrir lo que ve—
es sólo un sueño, ah
pero un sueño;
que ya no sabe quién es
dentro de sí…
arrobado en la cueva
de mi exultante sufrimiento,
de mandar palabras y palabras
a nadie más que a él;
¿cómo puedo ser?—si no para ser
el fantasma que perece en esto,
el dormitorio perpetuo de palabras donde
un hombre en fuego se transforma en sueño.

17 de marzo, XXIV.