El cine puede comprenderse desde dos perspectivas en respectivas dimensiones. Una es como medio y la otra como fin. En el primer caso el cine es primordialmente y muchas veces, narrativo; en el segundo caso el cine es expresivo ante todo. Una dimensión no excluye a la otra necesariamente, sin embargo la dimensión narrativa, la que está implícita en el cine industrial, requiere de un gran trabajo de coherencia argumental para construir un mundo sólido en su narrativa que sirva para decir algo del mundo real a su creador. Esa es la principal falla de la tan esperada y decepcionante cinta Batman vs. Superman: el origen de la justicia (“Batman vs. Superman: Dawn of Justice”, E.U., 2016) de Zack Snyder.

Snyder se basa en la estética oscura y hueca de la mal llamada “novela gráfica”, para construir una historia mal relatada a partir de viñetas de acción sin coherencia argumental entre sí. Por alguna razón Ciudad Gótica se encuentra al otro lado del río donde está Metrópolis, así que Bruce Wayne tiene asentado sus intereses empresariales en ambas ciudades. Pero la llegada de una nave extraterrestre a Metrópolis crea caos y destrucción echando abajo uno de los edificios de Wayne y matando a muchos de sus empleados-en una clara, obvia y forzada alegoría a lo sucedido en Nueva York en 11 de septiembre de 2011-. En el marco de esta tragedia el mundo conoce a Superman, y una parte del mundo, entre ellos Wayne, lo responsabilizan de la tragedia y de otras posteriores. Batman por lo tanto decide vengarse de Superman y también Lex Luthor. Y a Luthor lo quieren eliminar Batman y La Mujer Maravilla, sí, ella. Y a Batman lo quiere eliminar Lex Luthor… ¿Por qué? Ni el mismo Snyder lo sabe. Mientras tanto Louise Lane investiga al gobierno de los E.U. por experimentar, en coordinación con Luthor, tecnología extraterrestre con fines bélicos. Ni el cine B con todo y su bajo presupuesto y su improvisada producción es tan incoherente.

Una cinta cuyos efectos hasta el hastío tratan de cubrir los huecos narrativos y abonan a la incoherencia de la cinta. El guión no parece haber sido escrito por un experto sino por fanáticos de cómics, que tal vez eso sean Chris Terrio y David S. Goyer. Pero la responsabilidad principal es de Snyder, quien también parece ser otro fanático del cómic, pues en su filmografía figuran mediocres cintas basadas en este pseudoarte como 300 (E.U., 2006) y Watchmen (E.U., 2009)

Sin embargo, el fenómeno de taquilla que ha sido Batman vs. Superman abre de par en par la fórmula del éxito comercial de una narrativa para fanáticos. Se trata simplemente de tomar personajes de culto, oscurecerlos y ponerles en un mundo común donde los efectos sean el protagonista principal y el argumento no sea necesario, exactamente como operan las películas pornográficas. Se trata de crear objetos de culto con objetos de culto para que el fanático los consuma y los consuma.

El carácter irreflexivo, objetivista y consumista del fanático, que en su adolescencia tardía consume personajes antes que narrativas debido a su baja capacidad simbólica y a una búsqueda cíclica de identidad, lo hacen la víctima perfecta de estos productos. El fanático adula las características del personaje aunque tales carezcan de fundamento y coherencia, como en el caso de la inconsistencia entre las características entre Batman y Superman. El fanático valora al objeto por el objeto mismo sin considerar su dimensión simbólica, tal es el tono oscuro de la imagen de esta película, tomada de la estética simplista y simuladora del cómic en su versión “novela gráfica”, y elogia su forma sin comprender su fondo, si es que hubiese alguno. El fanático disfruta como un niño las escenas de acción hechas con grandes efectos sin comprender su razón argumental o siquiera cuestionarse si posee alguna. El fanático tiene una floja y pasiva mente infantil pese a que su cuerpo sea de un adulto, y es esa mente la que necesita alimentarse de la fantasía en lugar de crear una propia. Por ello consume irracionalmente todo este tipo de productos y personajes.

Esta película revela la pobreza narrativa y estética de la “novela gráfica” y la razón de que sea un objeto de culto y no un medio para decir algo del mundo. El éxito comercial también revela la pobreza de criterio del espectador de masas que ya no lee para desarrollar su capacidad simbólica, sino que prefiere ver, tanto imágenes estáticas como en movimiento con bajo nivel significador. Este filme revela finalmente que la masa está constituida, lamentablemente, por fanáticos, por sujetos fácilmente manipulables que se dedican a huir de su realidad con fantasías prefabricadas en lugar de desarrollar una conciencia de esa realidad para transformarla. Esta cinta pone al descubierto que hay una masa ávida de consumir fantasía, de drogarse con ella, antes de enfrentarse a la realidad para imaginarla, conocerla, crearla y recrearla.