Persisto en habitarte en mis espacios,
revuelto con los libros que tu impulso
ha deshojado.
Ahora brincan los poemas grises
entre la calidez de tu ausencia
y mi nostalgia.
Mi pensamiento fue descuadernado,
a la mitad de mí queda un recuerdo
que solo aguarda.
Tú dejaste un separador de sal,
tanta duda y capítulos de piel
aún sin leer.
La humedad andariega del olvido
rasga el instinto, lo derrota y calla
desde el nunca.