Para H., M., P., D. y P., también parte de esa generación indistinguible.
Para A.C., porque así me despido de las pláticas con almendras.

todo lo que haga o diga en adelante será siempre mentira, aunque fuese la
Verdad, porque yo soy una mentira.
Tomás Segovia

Opción me engañó, y yo a ella. Me prometió publicaciones, tardes de lectura, de discusión interesada, prestigio, entrada al mundo del espectáculo de las presentaciones de libros, las lecturas de poesía, los gremios de los hombres de letras. Yo le juré resarcir los daños, sacarla del olvido, traer a ella las mejores mentes. Develaría Los temas de su tiempo, tomaría el lugar que le corresponde, se convertiría en el centro de la conversación. Le prometí cambiar El mundo y ella asintió desde una alcoba escondida, violenta. Me dejó solo llenando reportes de gastos, haciendo planes de trabajo y algunas horas más encerrado en una celda atestada de filisteos, intentando defender la Poesía. Yo, por supuesto, me vengué, le hice imprimir algunas pálidas líneas. Nuestra soberbia me tiene hoy escribiendo esto en su oficina, de la que un día de agosto me sentí dueño. Como solo es virtud de Dios el abandono, le fallo a Opción, pero tomo su ilusión y me retiro a mentir a otra parte, alguien más habrá de cortejarla entretanto.