Si pudiera oír el sabor,
allí sonaría, vago, el vaivén herrumbroso
de un columpio rodeado de nieve.
El sabor de lo que comemos,
mitad infancia,
mitad fruición.
Repítetelo siempre: las cosas perdidas
no solo viven en tu memoria.
Tienes la boca llena de recuerdos.
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Literarias · Número 203 ·