Para Francisco Segovia, Mariana y Camila.

Me ve Camila desde la ventana,
llena de azoro; fija su mirada
después del aire, en la vida que es dada.
Como un camino del agua, camina.

Ahora juega con Mariana, reina
y su tentáculo, grácil, se enreda.
Es el saludo que anuncia partida
que no resiste la hermana, Antígona.

Camila, deja ya tu ausencia y mira
allende el cuerpo que habita este cuerpo,
el que tú sabes que no es este. ¿Era

en esos días del estío, tiempo
en que olvidamos el destierro y la ira,
cuando dijiste mi nombre y mi cuerpo?