Los niños borrachos
Algunos niños empezaron a embriagarse apenas pudieron. Salían del campo, heridos y cansados, y se curaban el susto escupiéndose alcohol en las espaldas. Pronto encontraron gusto en la punzada caliente: comenzaron a beberlo juntos y a veces solos en el terreno de los sauces muertos. Se quedaban dormidos debajo de ellos, sin advertir el riesgo de que cualquier día, con el viento, fueran a derribarse y caerles encima.