Quería ser pájaro (pero las ciudades no vuelan)
John Stow vio en el Londres isabelino la razón de ser de las ciudades: la congregación de hombres por honestidad y utilidad, una inherente atracción al diálogo que anula las fijaciones barbáricas y bruñe los modales, la facilitada disposición humana para la justicia gracias a las miradas ajenas y el beneplácito colectivo a través del amor y la buena voluntad, representada en organizaciones y alianzas.