la-religion-de-mi-tiempo

Editorial Nørdica (2015)
Edición bilingüe a cargo de Martín López-Vega

DEFENSA DE LOS ISMOS

Como un artista de su tiempo, como otro creador de signos más en la posguerra, Pasolini tomó postura. No se reconoció ajeno a las luchas sociales en una época en que estas luchas, por su persistencia como motivo entre los artistas, comenzaban a volverse el lugar común a eludir. Tampoco se cerró a la experimentación técnica y formal: vemos en su obra como cineasta, en Teorema por ejemplo, la experimentación con tomas más o menos alejadas para dar una visión naturalista, más que objetiva, de las relaciones entre los personajes; leemos, en su poesía, la repetición de palabras “ideológicas” (gramscianos, neocapitalismo) sin el temor que se ha vuelto regla desde el “fin de las ideologías” y, a la vez, sin la ansiedad errática de muchos de los intelectuales de izquierda de los 70 (Galeano es el mejor representante latinoamericano de esta ansiedad). Me parece que el mayor mérito artístico de Pasolini es ese: supo combinar la innovación técnica con un manejo socialmente crítico y sensible de los temas. Pero no creo que sea posible hablar de jerarquización o supeditación en su caso. Pasolini, como Camus, quiso que su obra revolucionara las formas de ser y no solo el arte o la filosofía, e intuyó, también como Camus, que decir de forma parca desigualdad, libertad o injusticia, no es suficiente para revolucionar esas formas.

La poesía de Pasolini expresa la nostalgia de un estado anterior, idealizado, natural, sin negar el estado presente. A pesar de estar en combate contra la realidad y contra lo que él percibía como su estela destructora, su conclusión no es el pesimismo ni la acedia. Se termina sobreponiendo el rescate de las ganas de vivir. El hombre y la felicidad, podría leerse en su obra, vencen las percepciones totalmente precisas de la asquerosidad del mundo –y sin cerrarse a ellas. Pasolini trata de persuadir a sus lectores sin caer en solipsismos y sin adoptar los discursos marxista o liberal hegemónicos, ni los incipientes discursos posmodernos de su época. La felicidad que Pasolini encuentra en el mundo es, por así decirlo, una felicidad “sin embargo”, en que no se percibe sesgada o neciamente ni se dan saltos lógicos estúpidos. No obstante, como ocurre con varios poetas (y desde varias poesías), la idea de que se puede ser feliz a pesar del miserable state of affairs termina por quitarle credibilidad a su persuasión. No es raro ver esto en la poesía del siglo xx, sobre todo en la obra de poetas hombres y blancos que desprecian el experimentalismo posterior a las vanguardias: a través de descripciones nostálgicas, medianamente críticas, medianamente anti-sistema, se llega a la magia de la felicidad “sin-embargo”, esa realización en que el poeta, luego de internalizar de manera más o menos adecuada la podredumbre y los inmoralismos y la monstruosidad del “sistema”, recita que vale la pena vivir la vida y disfrutarla, que la lucha no debe parar (aunque no especifique qué luchas ni cómo dar esas luchas) y que la poesía o el arte, generalmente la poesía o el arte que ellos promueven, son el refugio. Esta idea, aunque quizá radical en una etapa muy temprana, demasiado temprana, es ahora la abstracción perfecta para postergar el posicionamiento de la poesía como verdadero disenso, y suele servir, además, para esconder la ideología del poeta que se dice más allá de las ideologías.

Sin embargo, Pasolini no puede enmarcarse por completo dentro de estos poetas: no oculta su ideología ni intenta engañar en nada. Es pertinente leer su poesía porque su defensa de la felicidad no pasa por saltos lógicos. La mejor manera en que transmite es a través de la sinceridad y la pureza de su convencimiento. Esta antología, desafortunadamente, no es exhaustiva en la selección de los poemas, ni deja claros los criterios con que se eligieron. El estudio crítico también deja mucho que desear, pues no logra distinguir a Pasolini dentro del panorama intelectual italiano más que con la repetición de que es distinto. No obstante, me parece que esta antología ayuda como un acercamiento inicial a la obra poética del italiano.