Metástasis McFly

Fondo Editorial Tierra Adentro (2015)

mcfly
LA LITERATURA NO ES ABURRIDA

Y tampoco tiene que ser pretenciosa. Extrañamente, hacer cualquiera de estas dos afirmaciones genera escepticismo en algunos lectores: creen que si la obra habla de Volver al futuro, de ebrios, de vagabundos o de gordos, la probabilidad de que sea mediocre aumenta. Se supone que la razón es obvia: esos y otros temas son más propensos al tratamiento fácil. La omisión de elementos “vulgares”, se supone, dificulta el tratamiento fácil en automático. Algunos lectores entonces infieren que el amor, la muerte, las grandes narraciones, no pueden provenir sino de motivos o temáticas elevados. No hay nada rescatable en la cultura popular y lo que hay, en caso de admitirse algo valioso, solo es rescatable como parodia, cualitativamente inferior a cualquier cosa que se haga afuera de los estudios grandes, las editoriales grandes o los tiempos actuales. Lo mainstream es un desperdicio porque “popular” se iguala a lugar común y a poca profundidad.1

Mejor decirlo ahora: Pedro Acuña combate esta idea. Metástasis McFly, su primer libro de cuentos, trata de reinterpretar historias mainstream con una mirada rara: en un cuento, el borracho de una cantina no es más que un buda etílico, igual de sabio; la viuda de Lázaro, en otro, lamenta que Jesús reviviera a su esposo; en la reescritura que Acuña hace del cuento navideño, los señores Clos son protagonistas de un affaire noir y cómplices de la explotación capitalista; en “Metástasis McFly”, a mi parecer la joya del libro, los protagonistas de Volver al futuro reflexionan desahuciadamente sobre el tiempo, la enfermedad y la existencia. Si encajas en los lectores descritos al principio, sirve saber que los cuentos no adolecen de estructuras narrativas atrevidas, planos expositivos variados, exploraciones del punto de vista del narrador, experimentos sintácticos y demás elementos que sueles considerar para determinar la calidad de una historia: de verdad están estos elementos, lector. La división forma-contenido y la crítica desde esta división, tan usada para el análisis, no tienen mucho sentido para los cuentos de este libro. Pedro Acuña utiliza todas sus herramientas narrativas para contar buenas historias sin pedantería ni letargo, y la articulación de los cuentos da pie a rascarles más allá de la lectura superficial –y permite también quedarse en las lecturas superficiales sin sentirte estafado. Las historias funcionan y entretienen y asombran en todas sus capas de lectura. No obstante, si bien el libro, como conjunto, critica la dicotomía entretenimiento-sofisticación, creo que algunas de las historias se supeditan un poco a la idea de que la literatura, cuando no es “grande”, es sátira y ya. Algunas de las elaboraciones de Acuña solo mimetizan en otros contextos los motivos que las inspiran, como si aceptaran, de forma tácita, que no hay nada grande fuera de los mitos “elevados” en que se están basando. Pero el caveat es más bien personal y no demerita la calidad. Metástasis McFly es, probablemente, el mejor libro reciente de sesenta pesos.

 


1Resulta aún más extraño que el Estado mexicano, a través de becas y patrocinios, sea mejor promotor del lector sin discriminaciones que el mercado. Mientras que el Consejo Coordinador Empresarial (y un pedazo enorme de la industria editorial mexicana) se avoca a fomentar la lectura por su aportación a tu productividad marginal, a tu estatus y a la solución de tus problemas personales, Conaculta publica libros “entretenidos” (¡qué espanto!), de lectura recreativa y ociosa, sin ninguna utilidad tangible. En México, parece que un escritor con una obra entretenida, de una calidad al menos tolerable (si el entretenimiento de nuestra televisión es el estándar, cualquier cosa tolerable pasa la prueba), no vende: o su entretenimiento es sencillo o que se dedique mejor a hacer cosas sofisticadas.