Opción 28, Mayo 1984.


En una celebrada definición de lo que es el equilibrio, Keneth Arrow y Frank Hahn expresan que esta noción envuelve la idea de una situación tal que “cada agente pueda lograr lo que quiera lograr”.

A la luz de comentarios previamente publicados en estas páginas1, tal pareciera que un sector de los alumnos de economía no encuentra que su carrera disfrute una posición de equilibrio, en el sentido de Arrow y Hahn: hay deseos, y quizás deseos legítimos, que son sistemáticamente frustrados.

Es posible que esta consideración provenga de un malentendido: se puede estar esperando algo que la Ciencia Económica, por su naturaleza y contenido, no nos puede ofrecer. Sin embargo, existen argumentos para pensar que el desbalance detectado no es fruto de la confusión.

LA FUNCIÓN CONFUSIÓN

(Defínase la función confusión como aquellas combinaciones de proposiciones económicas y maneras de enseñarlas y aprenderlas cuyo resultado es un conocimiento al que no se le encuentra sentido).

Cuando un alumno que ha aprobado una serie de cursos para formarse como economista, e inclusive con altas notas, declara que no ha encontrado sentido en lo visto, que le es incomprensible, falto de razón, sofisticadamente vacío, mentiroso, lacerante y hasta “letal”, nos encontramos, cuando menos, ante un grave caso de comunicación fallida en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Por una parte, hay inhabilidad en algunos alumnos para captar las inevitables limitaciones a que es sujeta toda ciencia, para ubicar a la Economía en su sitio y no pedirle demasiado. Respetables e inefectivas críticas cargadas de romanticismo juvenil han procedido de esta fuente. A la llamada de atención de que la Economía no brinda la alternativa que da la Poesía o la Filosofía Zen, habrá que responder que sí, es cierto, felicitaciones por descubrirlo.

Por otra parte, fallas de comunicación pueden deberse a un mensaje incompleto. Quizás, por ejemplo, se interioriza a tal punto la idea de que la Economía es el estudio de la escasez, que en esta concepción se cifran todas las posibilidades de esta ciencia. Se identifica la Economía con la Escaseología de los economistas Neoclásicos y más de uno sufre confusiones y decepciones. Muchos alumnos no alcanzan a comprender que su formación como economistas es eminentemente Neoclásica, y que los neoclásicos ofrecen una entre varias formas de concebir la Ciencia Económica. Quien comentaba acerca del “burdo intento de parecerse a la física” que percibía en sus cursos, bien podría estarse refiriendo al hecho de que en pocas ocasiones se relativiza lo enseñado, raras veces se le pone en el contexto de cuestionamiento y alternativas, y entonces se da la impresión equivocada de estar enseñando La Economía, lo absoluto.

Pero si los alumnos no ven lo neoclásico del énfasis en su formación (y en parte porque no se les advierte desde un principio ni se les reitera después) algo más grave es que quizás tampoco reciban el mensaje neoclásico de manera íntegra.

Arrinconado por el análisis detallado de sus componentes se encuentra el estudio del funcionamiento global de la economía y sus implicaciones para el bienestar humano. La Teoría del Equilibrio General y la Teoría del Bienestar y la Elección Social, que engloban y dan sentido a la visión neoclásica, se encuentran dispersas u olvidadas a lo largo del currículo. Así, difícilmente la coherencia y la claridad se trasladan del detalle a la visión de conjunto.

Finalmente, otra fuente de confusiones es la incapacidad de quien enseña para transmitir su mensaje. Aquí, hay que reconocer defectos sin mortificaciones o avergonzamientos. Es bien sabido que es la regla general, y no una excepción, que los profesores a nivel universitario carecen de preparación sistemática para saber cómo enseñar. Ni estudios en universidades extranjeras, ni grados académicos, ni jerarquías internas garantizan que se sea un buen maestro. Ni la experiencia docente basta para esto cuando no se ha reflexionado metódicamente en torno a ella.

Críticas respecto a la sofisticación matemático-geométrica de lo enseñado, a los naufragios de la abstracción y a la exigencia de niveles académicos sufriblemente inalcanzables, cuando son hechas por alumnos capaces, son síntomas de inefectividad pedagógica.

Considerando entonces los elementos que conforman y participan en la Función Confusión de la carrera de Economía, una primera fuente de deseos frustrados es la falta de claridad. Los maestros, y sobre todo los alumnos, tienen exigencias a este respecto.

Considerados los deseos frustrados que provienen de la confusión y no del posible desequilibrio de la carrera, es necesario discutir los argumentos sobre esto último.

Manuel Domínguez, 2:00 a.m., Opción 22, 1983.

Manuel Domínguez, 2:00 a.m., Opción 22, 1983.

ABSTRACCIÓN VS. REALIDAD

El método abstracto-deductivo consiste en dejar lo accesorio de una realidad en pos de lo fundamental para analizar la misma. La abstracción, en la ciencia, no es fantasía caprichosa sino austeridad de medios para explicar, predecir y controlar fenómenos reales. Criticar la abstracción económica por irreal es criticar al mar por mojado.

Si el sentimiento de que la carrera de economía está divorciada de la realidad no responde a malentendidos de metodología, quizás entonces refleje un problema más serio: que las abstracciones no son las adecuadas.

Una primera falta de balance dentro de la carrera se debe a las desproporcionadas concesiones que se le dan a la búsqueda de generalidad en el conocimiento hasta el punto de llegar a volver este último impráctico. En búsqueda de la generalidad, demasiadas veces la abstracción va haciendo a un lado cosas no accesorias: reiteradamente, se trasciende la especificidad histórica, económica, política y socio-cultural de México, las características distintivas de América Latina y el subdesarrollo, se trasciende la geopolítica del mundo y al mundo mismo (vaya, hasta el tiempo y el espacio de tres dimensiones es trascendido).

Hay un desequilibrio entre la teoría pura y el análisis científico de realidades económicas concretas. En su caja de herramientas analíticas, al alumno le cuesta trabajo encontrar la Historia y la Sociología Económicas entre tanta Teoría. Mientras tanto, poco sentido se le encuentra a los Métodos Cuantitativos que permanecen implicados, pero eso es otra historia.

TEORÍA VS. PRÁCTICA

Un segundo desequilibrio corresponde al distinto énfasis que se da al conocimiento de cuáles son los métodos cuantitativos, teorías y experiencias disponibles para analizar un hecho, respecto al de cómo utilizar dichos métodos, teorías y experiencias. Un vigoroso sentimiento de frustración suele provenir de no saber cómo aplicar lo que se sabe. El economista, además de científico, es un artesano cuando hace uso de sus conocimientos. El tiempo dedicado a esta preparación artesanal dentro de la carrera de economía, difícilmente hace un contrapeso a las considerables horas dedicadas al inmaculado saber científico. El predominio de clases de tipo especulativo, sobre clases más bien prácticas, señala otro desequilibrio, y uno especialmente incómodo para quienes saltan de los estudios al trabajo con la economía.

ORTODOXIA VS. PLURALISMO

De la consideración crítica de distintas alternativas proviene un conocimiento sólido y la conciencia de las limitaciones propias.

Un tercer desequilibrio de la carrera lo constituye la desmesurada longitud del concurso Neoclásico respecto al de otras alternativas.

Sin embargo, a pesar de esa desproporción, en contadas ocasiones se estudia con detenimiento la autocrítica generada en el campo Neoclásico, crítica que, por cierto, proviene de una pluralidad de neoclasismos. Es posible que los distintos economistas neoclásicos (monetaristas, nuevos clásicos, fiscalistas, neoclásicos no-walrasianos, utilitaristas, bienestaristas, no-consecuencialistas, etc.) no estén igualmente representados, lo que constituiría un desequilibrio dentro de otro. Un desbalance de esta naturaleza podría llevar a alguien a pensar que la Economía es Escaseología, que lo único importante de ella es la Teoría de los precios y que Keynes fue un neoclásico.

Dejando de lado las concepciones marxistas (que pretenden estar representadas en un curso) existen alternativas para enriquecer y equilibrar la visión que de la Economía se tenga: teóricos del desarrollo no ortodoxos, Keynesianos fundamentalistas, Neo-Keynesianos, Estructuralistas, NeoRicardianos, Institucionalistas, etc.

Después de todo, el objetivo de la carrera es formar economistas de manera integral y no sólo de manera neoclásica.

LA ECONOMÍA VS “LO DEMÁS”

Alumnos de la carrera hablan de cinismo, ostentación, utilitarismo y soberbia intelectual de la Facultad de Economía. Vacíese de su emocionalidad y posible carga de resentimiento estos calificativos; dilúyase su impacto considerándoseles desmedidos y, aún así, quedarán motivos de preocupación para quien le interese no ser concebido de tal manera.

Preocupación causaría que se estuviera dando la impresión de que lo que no es Economía está demeritado a priori (llámesele “las otras carreras”, “las otras ciencias” o, simplemente, “lo demás”). Preocupante sería que no se captara la imperiosa necesidad de que la Economía sea complementada por otras ciencias, de que sea apoyada por otras disciplinas e integrada a sistemas de conocimiento más amplios.

Un cuarto desequilibrio estaría constituido, pues, por este “econocentrismo”.

EQUILIBRIO VS. DESEQUILIBRIO

No es imposible que los alumnos de Economía, al externar sus críticas, estén pensando precisamente en la corrección de uno o más de los desequilibrios planteados. Sus críticas, en este sentido, son simplemente llamados a la mesura.

El desequilibrio, sin embargo, puede defenderse arguyendo que el tiempo es limitado (es imposible enseñar todo lo que se debería enseñar) y, por lo tanto, hay que dedicarlo en lo que hasta ahora ha sido garantía de éxito. Por supuesto que este argumento, además de confundir el aspecto cuantitativo con el aspecto cualitativo del equilibrio, daría una impresión de conformismo, pues el objetivo no es ser buenos sino ser mejores.

De cualquier forma, si el equilibrio (pensado éste como mesura) es parte de la formación integral de la persona humana cuyo interés es la consecución de una sociedad más libre y más justa, entonces también forma parte de los objetivos de la carrera de Economía.

 


1 Nota del editor: Como muestra de los comentarios a los que aquí se hace alusión, véase el de Juan Carlos Erreguerena en la página 31 de esta Antología.