La capacidad del ser humano para transformar las impresiones de su mundo y la posterior comunicación de los sucesos resulta vital para comprender los procesos artísticos a lo largo de la historia. No siempre es posible dar fe del olor de algo que jamás ha sido olido y tampoco se puede explicar con suficientes palabras el frío en las cumbres de algunas montañas. Podemos afirmar que una de las mayores condenas y ventajas de nuestras percepciones, como entes de la comunicación, es la pérdida de la transmisión de información recibida en una observación del mundo.

Esta condena puede ser interpretada, en cierta forma, como un redimensionar el mundo perceptible como medio para poder traducir las observaciones. Esto equivale a decir que podemos basarnos en objetos comunes como un medio para generar una especie de traducción. No podemos hablar sobre el frío de las montañas, pero podemos hablar del hielo sobre sus rocas y, entonces, hará algo de frío en la mente de un espectador. Ahora bien, resulta claro que las particularidades de la manera en que expresamos el frío o los olores a través de distintas formas artísticas están terriblemente sujetas a percepciones culturales —a un funeral se puede ir de blanco o de negro—, pero esto no merma la producción, la traducción desenfrenada y la generación de objetos para dejar atrás una producción artística. Esa producción resulta inevitablemente interpretada.

En el caso de la fotografía, podemos enunciar que esa traducción o transformación del mundo ocurre cuando se ejecuta una reducción de la dimensionalidad de las percepciones visuales. Tomamos un objeto tridimensional para generar una ilusión de sus formas y arrojarla a un objeto bidimensional, que es el resultado final (aunque esta bidimensionalidad puede ser, en muchos casos, un tema de exploración en sí mismo).

Es importante mencionar que la fotografía es una de las artes que está más dramáticamente influenciada por el marco tecnológico detrás de ella. Mientras el mundo se desarrolla en el contexto de la electrónica y la química, la fotografía se reinventa de formas muy variadas. Esto deja a los fotógrafos con un surtido de procesos fotográficos muy amplio, puesto que los procesos anteriores no resultan desdeñables para el mundo del arte, sino que se vuelven una opción más. El principio es, sin embargo, el mismo.

Hablar sobre la reducción de la dimensionalidad, en un punto particular del espacio y del tiempo humanos, es un principio potente. Es solamente a través de un punto en el espacio y de una permutación de factores específica como una fotografía puede ser creada. Estas particularidades se ciernen como parte de la identidad del artista y se tienen, inevitablemente, que incorporar al proceso de creación y determinación de las circunstancias que paren a la pieza artística.

De aquí surge preguntarnos si la pieza es solamente obra del artista o qué tan determinante resulta la instrumentación para la concepción de una imagen. Luego, surge la pregunta sobre la naturaleza de la pieza en sí misma, donde la impresión en el espectador inhibe o alienta la homogeneidad de sus percepciones; es decir, podemos entender el proceso fotográfico como uno casi textual, que resulta determinante para entender el proceso de la pieza. La fotografía es, pues, un arte de objetos, una carta de fotones sobre superficies.

El universo visto como un ente orgánico y misterioso vive en la fotografía de Daren You. Su último trabajo, Chaos, aborda la exploración sobre la naturaleza y la constitución de una imagen en un tiempo que está lleno de múltiples técnicas de procesamientos para el material gráfico. En Chaos, se pretende también meditar sobre la parte del arte que no depende del artista, y que pertenece, en cierta forma, al objeto de la pieza. Podríamos decir, incluso, que esa parte no es siempre física, que bien puede ser un fragmento del inconsciente del artista. Ellos forjan y constituyen el caos.

 

¿Cómo comenzaste a hacer fotografías?

 

Realmente comencé muy tarde en mi vida. Fue durante mi tercer semestre universitario. Sentí que sería divertido tener una dslr (cámara réflex digital) en ese tiempo. Un año más tarde, comencé a usar una cámara analógica. Después conocí a un fotógrafo japonés llamado Daido Moriyama, su trabajo me pareció único y me hizo pensar mucho acerca de lo que es mi fotografía. Necesitaba construir mi propio lenguaje visual; entonces, comencé a observar obras clásicas de la fotografía y luego comencé mis estudios formales en los Estados Unidos.

 

¿Qué técnicas de impresión utilizas?

 

Sólo utilizo ampliación en el cuarto oscuro, sigue siendo mi favorita.

 

¿Cuándo y por qué comenzaste a experimentar con la mezcla de técnicas fotográficas?

 

Comencé hace poco tiempo, realmente. Tomé una clase de fotografía contemporánea experimental y me despertó muchísima curiosidad. Después, decidí jugar con todos los procesos históricos y mezclarlos.

Al principio, los primeros resultados fueron terribles. Lo más difícil fue buscar y encontrar una película adecuada para el proceso de reticulado. Probé con muchas películas diferentes. Sólo me funcionó la Kodak Tri-X 400. Aún sigo algo frustrado por eso.

 

¿Qué es una fotografía? ¿Consideras que después de una cantidad considerable de procesos sobre ella, sigue siendo una fotografía?

 

La fotografía está siempre sujeta a una cámara y un fotógrafo. En múltiples definiciones sobre la fotografía se habla de la compresión de tres dimensiones a un formato de solamente dos, yo tengo la impresión de que en este aspecto, cuando se adquiere la propiedad bi-dimensional, se comienza a adquirir un carácter textual (proveniente de sujetos de tres dimensiones), un ejemplo muy dramático es cuando muchísimo polvo se cuela en mis fotografías, se combina con ellas y se vuelven interdependientes.

 

¿Cómo impacta una imagen la realidad del sujeto que la experimenta? En particular, ¿cómo lo hace tu trabajo?

 

Por eso llamo a mis imágenes Chaos. Los pequeños cambios generados por cada proceso se suman y, al final, generan un gran impacto sobre la imagen final. La realidad se convierte en un punto medio entre la realidad y la irrealidad, y tiene una emoción propia. No la puedes ver, pero la puedes sentir.

 

En cierto nivel, todo artista está sujeto al concepto del caos, pues no tiene un control completo sobre todos los factores que inciden directamente en la pieza, pero tengo la impresión de que, en cierta forma, esto es llevado al extremo en tu trabajo. Como artista, ¿qué es perder ese control por el que muchas obras son ovacionadas?

 

Para mí, poder controlarlo todo significa que puedes hallar razones lógicas en todo lo que hiciste y siento que eso es más ciencia que arte. Como artista, siento que siempre debes lidiar con un problema que un científico no puede resolver. El artista debe dejar que la audiencia sienta cosas, no que vea algo. La pérdida de control es, para mí, un retorno a un estado natural, hay tantas cosas en nuestra naturaleza que aún no pueden ser explicadas por las ciencias, es un mundo más grande que el mundo que creíamos conocer. Eso es mucho más interesante para mí.

 

¿Cómo representa tu trabajo la noción del caos en nuestro universo?

 

La materia principal proviene en su totalidad de nuestra realidad, pero toda ella es irreal en mis imágenes. Se ve como un periodo de transición en la formación del mundo.

 

¿Cómo es la noción de libertad afectada por nuestro entendimiento del universo (en el contexto de tu meditación artística)? La has descrito como vacía y caótica, ¿tiene esto algo que ver con el libre albedrío?

 

En realidad, aún no comprendemos la naturaleza. Ni siquiera tenemos la capacidad de hacer predicciones climatológicas de forma totalmente precisa. Para mí, la libertad que creamos es muy subjetiva, en realidad, depende de tu situación. Sin embargo, la naturaleza es una forma de existencia de la libertad absoluta.

Sí, una vez que estamos vacíos y somos caóticos, al menos nuestra mente es libre.