varsovia 2“Todas las grandes ciudades son muchas a la vez”, y así Miami es muchas Miamis. A propósito de la publicación de su novela Varsovia por Sudaquia Editores -que retrata la vida de un hombre en quiebra en el otro Miami, el marginado, el que está lejos de la riqueza y las fiestas- conversamos con Pedro Medina León, un poco sobre su obra, un poco sobre el fenómeno de la escritura en español en Estados Unidos.

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Siguiendo a Wittgenstein, el lenguaje constituye nuestro mundo, pero para un escritor esto se da de forma especial. ¿Cómo afecta tu obra vivir en una ciudad donde se habla inglés (a pesar de la gran cantidad de latinoamericanos) y escribir en español? ¿Te sientes un exiliado del lenguaje?

Creo que antes conviene más hablar a nivel país que a nivel ciudad. En ese sentido sí que afecta y mucho. El idioma oficial de este país es el inglés, por consiguiente, el circuito editorial está diseñado en y para ese idioma: los sellos, los estímulos del gobierno, los premios, la prensa, etc. De hecho, las secciones en español en las librerías son mínimas, excepto por la librería Altamira, en Miami, que tiene más de trece mil títulos en nuestro idioma y es la más grande del país. Pero el caso es que tampoco me siento un exiliado del lenguaje y esto se debe a que vivo en Miami, y en esta ciudad el español se habla en todas las esquinas, necesitas más español que inglés para poder desenvolverte –puedes no hablar inglés y todo bien, pero si no hablas español, estás en problemas-. Incluso aquí el español tiene poder: grandes inversionistas hispanos, políticos, personalidades influyentes.

En Varsovia das cuenta del lenguaje que se usa en Miami, uno que, constantemente, mezcla ambos idiomas -español e inglés- en frases que muchos lectores cultos residentes en países de habla castellana tardan en comprender. ¿Qué encuentras en esta búsqueda? ¿Vislumbras, en algún momento, una nueva configuración del lenguaje en Miami?

Dudo que en Miami pueda o vaya a darse una nueva configuración de nuestro idioma. Ese lenguaje chúcaro, medio mezcla del inglés y el español de todos los países de latinoamérica que se habla en Varsovia, es simplemente la forma de comunicarse,  expresarse y entenderse, entre las personas que habitan la ciudad. En ese sentido, si alguien quiere escribir una obra ambientada en Miami, más aún en sus calles, en sus noches, en su marginalidad, debe reflejar ese modo de hablar, ponerlo en boca de los personajes. Solo así el texto alcanzará verosimilitud y eso es muy importante, porque si no el lector recibe gato por liebre y al lector puedes darle todo menos eso. Fíjate en Bloody Miami, la novela Tom Wolfe, donde los cubanos dicen “soquete”…al tercer soquete cerré el libro y no lo seguí más. Yo siempre he pensado que para escribir una novela ambientada acá, hay que “afinar el oído”, este entorno es de sonidos y ruidos muy difíciles de descifrar.

En el imaginario colectivo Miami es sinónimo de francachelas pantagruélicas, de opulencia, ¿Varsovia busca mostrar el error en esta forma de entenderla, o solo mostrar otra cara? ¿Intentas convertirla en una ciudad literaria a través de tu obra?

No. Varsovia no busca mostrar nada. Es solo una obra de ficción, para demostrar algo dejemos espacio a la no ficción con sus ensayos o crónicas. Vivo en esta ciudad hace más de quince años y mi universo creativo se ha alojado aquí inevitablemente (por ahora, nunca se sabe que pasará después). Entonces Varsovia es solo una obra ambientada aquí, de corte muy realista. Ahora bien, es totalmente normal que quien solo tenga la imagen o idea cliché de Miami, en la que todo es siliconas y apple martini’s, se sorprenda al encontrar entre las páginas de mi libro a un Comanche o una Kina o unos callejones de mala muerte. Pero Miami, en cada esquina, puede ser tan marginal como Varsovia o incluso más. La población de Miami es muy clase mediera, bien alejada de lo que venden las postales de Ocean Drive y sus luces de neón. Lo que ocurre es que todas las grandes ciudades son muchas a la vez, tienen varios niveles. El París del francés no es el mismo que el del inmigrante afincado allí que busca ganarse la vida, ni que el del turista que va a colgar candados de amor eterno en los puentes del Sena. Lo mismo con Madrid o Nueva York o Londres o Buenos Aires o la Ciudad de México. Pero Miami es una ciudad joven, con 121 años de fundada, que no tiene una tradición o una identidad que le permita demostrar lo contrario al cliché y son –o somos- pocos los que han plasmado obras aquí en las que el lector se encuentre con otras versiones miameras (ojo: en inglés sí que lo hay y mucho).

Respecto a ubicar a Miami como ciudad literaria me parece excesivo, no da la talla ni de lejos. Sin embargo, sí me atrevo a decir que lo que tenemos acá está mucho más evolucionado que lo que tiene cualquier otra ciudad hispanoparlante en el país. Algunos ejemplos: cada año se celebra la Feria del libro en español más importante de Estados Unidos, tenemos la librería en español más grande del país, nos apoyan medios de prensa como CNN o el Nuevo Herald o Caracol para promocionar nuestros libros cuando publicamos –esto no se da en otro estado-, son varias las revistas literarias independientes que coexisten, y está la gran labor de gestores comprometidos con reivindicar a Miami como un espacio valioso para el desarrollo de las artes. Y ya saliendo del tema literario y centrándome en Miami como ciudad, soy de los que prefiere ver esto con optimismo y tener paciencia. Miami, paradójicamente, es una de las ciudades más norteamericanas de estos tiempos. Este es un país de inmigrantes y Miami es uno de los principales focos receptores de inmigrantes que tiene hoy este país. Los resultados saldrán más adelante, pero seguro ni tú ni yo los veremos.

Uno nunca escapa a sus demonios. ¿En qué sentido Varsovia es autobiográfica? ¿Sientes algún tipo de empatía por tus personajes, en especial, por El Comanche?

Varsovia no es autobiográfica en ningún sentido, pero Varsovia tiene mucho de mí en todos los sentidos. Hay mucha empatía con los personajes, sin duda el Comanche se lleva el primer lugar. Como bien dices: “uno nunca escapa a sus demonios”. Partiendo de ahí la presencia de Pedro es latente en cada rincón del libro, en cada personaje. En ellos vuelco aversiones, atracciones, frustraciones, etcétera. En todos mis libros ha sido así, no solo en Varsovia. La marginalidad me gusta, pocas cosas producen en mí tanto placer, tanto vértigo, como confundirme en ese ambiente a observar y recrear en mi cabeza las vidas de las personas que interactúan en ese contexto. Aunque mi realidad sea muy distinta a la de los sujetos de Varsovia y la de mis otros libros…trabajo en un banco hace doce años, de ocho a cinco todos los días, y en casa me esperan mi esposa e hija.

En Estados Unidos se está formando una nueva generación de autores que escriben en español, como muestra están las revistas en castellano de Nueva York, Miami y El Paso; las maestrías en escritura creativa en español de la Universidad de Nueva York y la de Iowa, y el recién creado doctorado en escritura creativa en español de la Universidad de Houston. ¿Cómo es este movimiento una extensión de lo que se produce en el mundo hispano? ¿En qué sentido es diferente?

Es muy confuso y difuso este tema, y requiere de largos debates para llegar a esclarecer las ideas. Primero creo que cabe cuestionarse hasta qué punto los alumnos de las facultades que mencionas forman una nueva generación de autores que escriben en español en Estados Unidos. Me atrevería a decir que son más los que vienen por el tiempo que duran los estudios y luego se regresan a su país, que los que se quedan acá. Esto puede estar sujeto a muchas cosas, entre ellas no tener documentación para permanecer trabajando en este país. Entonces, si son escritores de paso, ¿sería adecuado catalogarlos como autores de una generación local? Esto lo menciono porque me parece que es más lo que se piensa afuera, que lo que realmente sucede acá. Porque aquí, además de esos estudiantes, son pocos los que meten las manos al fuego por lo que sucede, y más bien miran hacia sus países para hacerse camino en lo literario. Y eso es comprensible, lo que tenemos  -y esto está relacionado a la primera pregunta con el tema del idioma- es muy reducido, muy limitado. Segundo, el país, a pesar de su mundo hispano que mencionas arriba, ¿les ofrece facilidades a estos estudiantes para quedarse a trabajar? La respuesta es no. No son pocos los amigos que tengo que se desenvuelven en ese medio y se enfrentan a dos grandes problemas cuando se gradúan: no tienen la documentación para quedarse o no hay plazas laborales. Y ahora que la premisa del gobierno es Make America Great Again, pensaría que es más difícil. Hay muchas variables en la ecuación, y un mejor termómetro para medir aquello que preguntas, y que es muy diferente a la academia, son los medios independientes que pretenden abrir camino. Es el caso de Suburbano, ViceVersa, Sudaquia Editores, el Beisman y muchos más. Es más factible verlos a ellos como una extensión de lo que ocurre en el mundo hispano de Estados Unidos, porque son manifestaciones de resistencia y subsistencia al sistema. La academia es una burbuja con fecha de caducidad para quien la cursa, lo otro es la vida real. En fin…es un tema con muchas aristas y podríamos conversar horas de horas.