Nuestro invento no es para venderlo. Puede ser explotado algún tiempo como una curiosidad científica, pero no tiene ningún interés comercial.
Antoine Lumière

El empleo que le ofrezco no tiene demasiado futuro. Puede durar seis meses, un año, acaso menos.
Louis Lumière a uno de sus operarios

Nuestra mayor debilidad radica en renunciar. La forma más segura de tener éxito es siempre intentarlo una vez más. No he fracasado, he encontrado 10 000 maneras que no funcionan.
Thomas Alva Edison


¿Si los medios técnicos de la cinematografía se desarrollaron en la Costa Este de Estados Unidos, por qué la industria del cine floreció en Los Ángeles, justo el extremo opuesto de aquel país?

 

Parece ser que fue Tomás Alva Edison quien rodó la primera película en el año 1893, al inventar un aparato llamado quinetoscopio. Desarrolló, posteriormente, un sistema llamado vitascopio. Filmó muchas películas breves y parece ser que, incluso, el primer beso en la pantalla.

Sin embargo, el cine, como otros muchos inventos, no debería atribuirse a un único descubridor; fue el resultado de varias investigaciones que culminaron con hechos concretos, que son los que han pasado a la historia. A los hermanos franceses Lumière se les atribuye la autoría del cinematógrafo. En 1895, rodaron y presentaron su primera película. Para ellos, no era un invento con futuro, ni algo con proyección económica, sino más bien una curiosidad para el mundo científico. En la sesión matinal del 28 de diciembre de 1895, hicieron la primera exhibición comercial en los sótanos del Grand Café de París. Apenas treinta y tres personas asistieron a esa función, lo que les dejó la ridícula recaudación de treinta y tres francos. Fue la difusión inmediata, por el boca a boca a partir de esas treinta y tres personas, lo que causó una larga cola de gente por la tarde. Los que estuvieron por la mañana habían vuelto acompañados de familiares y conocidos. Proyectaron, entre otros cortometrajes, Salida de la fábrica Lumière, Llegada de un tren a la estación de la Ciotat y El regador regado. Dos semanas después, los Lumière ingresaban unos 2 500 francos cada día por sus proyecciones. Un periódico de la época relataba así el hecho:

Una maravilla fotográfica. Una nueva invención que es, ciertamente, una de las cosas más curiosas de nuestra época, tan fértil […]. Cualquiera que sea la escena tomada y el número de personas sorprendidas en los actos de la vida, vosotros volvéis a verlos en tamaño natural, con las perspectivas, los cielos lejanos, las cosas, las calles, con toda la ilusión de la vida real […]. Todo es, en verdad, maravilloso.

En el otro extremo del Atlántico, Edison no era solo un gran inventor, sino un gran defensor de sus intereses comerciales, así que patentó sus creaciones y se adelantó al cinematógrafo con la propiedad de las patentes y los permisos para esa nueva actividad. Quien quisiera rodar o exhibir películas debía contar con el permiso de su empresa (Patents Company) y un certificado de autorización, claro está, pagando por ellos.

Desde 1897, Edison estableció una guerra de patentes contra los hermanos Lumière, quienes seguían desarrollando el cinematógrafo en Europa. En esa “batalla”, los inspectores y abogados que trabajaban para Edison se mantenían alertas, y eran duros e inflexibles a la hora de obligar al pago. Eran una especie de sociedad de autores de la época que defendía los derechos de los propietarios de las patentes. Vigilaban y cobraban por todo: por el uso de cualquier máquina de filmación, por la proyección e incluso por cada metro de celuloide empleado. El resultado fue que la gente atraída por este espectáculo comenzó a huir de la dura persecución y se marchó justo al extremo opuesto del país, a California, un lugar cerca de la frontera con México, por si acaso se veían obligados a escapar de la ley que amparaba los intereses de Edison. Las condiciones de aquellas tierras del oeste norteamericano resultaron óptimas, dado que llovía menos y se disfrutaba de más horas de sol para las sesiones de rodaje en exteriores.

El cine fue un invento que rápidamente se expandió y atrajo a inversionistas, pero, sobre todo, a artistas, intelectuales, actores teatrales y escritores. Aparecieron nuevas formas de expresión artística en Francia, en los Estados Unidos y muchos más países. Generó también expectación en el público; primero, por curiosidad (como creían los Lumière), y después, como entretenimiento, como parte de su ocio. Se fue formando toda una industria en torno al cine, la cual daba trabajo a multitud de especialistas, mostraba progresivos avances y novedades, y provocó la aparición de figuras famosas, como directores o estrellas, además de los primeros estudios cinematográficos.

A México llegó en 1896, apenas unos meses después de aquel diciembre en que los Lumière hicieron su primera exhibición pública. Fueron ellos los que enviaron desde París a dos de sus colaboradores. El 6 de agosto de ese año, el presidente Porfirio Díaz con su familia y allegados asistían sorprendidos a una proyección, y el 14 de agosto tuvo lugar la primera presentación pública en los sótanos de la Droguería Plateros, en la calle Madero del centro de la Ciudad de México. El nuestro fue el primer país del continente americano que tuvo ese privilegio, antes que los Estados Unidos, parece ser que por las buenas relaciones de Porfirio Díaz con Francia. Así que cuando Edison llegó con su Vitascope, ya no tuvo oportunidad de éxito ante la aceptación de los mexicanos por el cinematógrafo de los Lumière.

Los primeros rodajes de los realizadores franceses en México fueron El Presidente de la República paseando a caballo en el Bosque de Chapultepec y otros treinta y cinco cortometrajes en la capital, Guadalajara y Veracruz. El titulado Un duelo a pistola en el Bosque de Chapultepec provocó una gran impresión, porque los asistentes pensaban que lo que veían era real.

El primer rodaje producido en México fue Riña de hombres en el Zócalo, de 1897. En 1989, apareció el primer realizador mexicano, Salvador Toscano, y un año después, Guillermo Becerril. En 1906, Enrique Rosas rodó el primer largometraje mexicano: Fiestas presidenciales en Mérida, que mostraba la visita de Porfirio Díaz a Yucatán.