Inquisición

No tengo ojos.
Los busco
cuando se decapitan
las multitudes,
cuando trascienden los insectos
en sus comunas,
cuando escapa mi reconciliación
hacia el agua
que se tragó los ojos
que tuve antes.
El mar
lloró por mí.

Busco ojos.
Me los negaron.
Mis cuencas son barrancos
por donde escapa mi fantasma.
No hay más,
soy un dibujo.
Los exigiré hasta la muerte,
como el pan
o la revelación.

Quizá valga la pena
tener ojos
para sacármelos
frente al mar.

 

Espacio inverso

Eché un vistazo
en el agujero de una pared.

Encontré palomas de cristal
piernas largas como cocoteros
accesos virtuales a atardeceres
dioses ordenados por tamaño
perros callejeros
poetas que revoloteaban en las bombillas
sortijas de enanas blancas
calvos placeres
sueños de hadas.

Encontré dos ojos
redondos insoportables
una sonrisa entumecida en el botón de una flor
mariposas estranguladas
versos de diccionario
cementerios de palabras
fronteras en el aire
archipiélagos, ripios, sospechas
presente y recuerdo
el pasado en el que fuimos un símbolo común
la posición precisa de lo semejante
el rostro intacto de la nada.

Eché un vistazo
en el agujero de una pared
y fui un nomo
en el orden perfecto
del azar.

 

Anotaciones finales

I.
La muerte es
un pasado crónico.
Noche que asciende.
Poetisa del destierro.
Verdad que cabe
en una tumba.

Aplaca el delirio.
Desangra la luz.

Siempre joven, segura,
deniega sugerencias.

No se repite en el alba.
Nace
perpetuamente.

Presencia de zorzales
que en tardes negras
empaña los estanques.

Paradigma del olvido.

Lluvia que golpea.

Octubre
sobre el concreto.

 

II.
Atrás
pequeños baúles
bajo oscuros lugares
conservan
mi vieja respiración.

Imploro melancolía.
Un cadáver hermoso.
Una madre para mi exilio.

La desnudez
llega a los huesos,
al inicio del tiempo.

Olvidé rostros,
la forma de los silencios,
pasillos que llevaban
a núcleos
de medusas invisibles.

A mi bóveda
vendrán a desahuciarme
los escarabajos,
el almizcle sobre la losa,
los parientes.