Opción 62, Agosto 1994.


(o el club de los elogios mutuos)

(o cómo me fui a enamorar de un maniquí)

 

¡¿El ITAM en Los Pinos?! No, no es que don Pedro (no el brandy, el economista) sea el candidatote a la residencia oficial; no, tampoco se trata de un nuevo campus universitario para estar aún más cerca del timón del transatlántico (¿trajinera?) del progreso de Mexicalpán de las garnachas, ni de una marcha-mitin organizada por Estudios Generales en enérgica protesta, solidaridad o apoyo, a la suspensión del programa de María Victoria Llamas, con la causa de Superbarrio y Superanimal, y a los damnificados de las torrenciales lluvias en la hermana República del Togo, respectivamente. No, me refiero al Magno Evento, sí, aquél que aturdió al comité electoral durante toda la campaña para renovar órganos de SAITAM, y que conmovió a 1000 y pico de estudiantes del Instituto. El grupo de selectísimos alumnos fuimos citados, camino al cielo, en

Sta. Teresa, donde nos entregaron nuestros exclusivísimos gafetes (pasaportes al país del nunca jamás) para treparnos en los autobuses de la ruta del sol. El Estado Mayor Presidencial nos hizo el favor de mandarnos una escolta de tamarindos para no tener percances en el trayecto, pero sí sufrir múltiples mentadas de madre por el cierre temporal del periférico a nuestro paso. Durante el paseo no faltaron los comentarios de los múltiples compañeritos que nos aclaraban, a los pocos, que ésta no sería la primera vez en internarse en tan respetable recinto, ya que habían sido invitados con anterioridad para ser partícipes de importantes decisiones, o en su caso, grandes cuates de Ceci. En un santiamén estuvimos adentro del salón Adolfo López Mateos, de Los Pinos, aguardando la gloriosa venida. En el salón se encontraban presentes los máximos directivos de nuestro Instituto: rector, director escolar, director administrativo, algunos miembros de la junta de gobierno y algunos ilustres profesores. Y llegó el momento esperado: se anunció la presencia del Presidente entre los convidados, los ojos brillaban en la mayoría, acompañados de una ansiedad inocultable.

El ciudadano Joven Esteban Levín, honorable miembro de la H. H. H. Licenciatura en Economía, tomó el micrófono y, a una velocidad supersónica, agradeció a nombre del alumnado del ITAM (¿todo el alumnado?: sí, claro, por supuesto) la oportunidad de maximizar el valor de nuestro tiempo en interesantísima charla. Le expresó, sobre todo, la admiración y el consenso que han despertado en nosotros su medidas económicas (privatizaciones, eficiencia fiscal, etc.), y lo más importante, le manifestó el apoyo que todos sentimos por la Reforma de la Revolución, o como le llaman por ahí: Liberalismo Social (ideología, estrategia político-económica, chanchullo o lo que sea) que supuestamente (¿ceteris paribus?) nos ha enganchado en el tren de la modernidad primermundista.

Manuel Domínguez, Opción 11, 1981.

Manuel Domínguez, Opción 11, 1981.

Acto seguido, tuvo la palabra el C. Presidente de la República, quien con una capacidad de síntesis impresionante, nos recetó su V Informe de Gobierno entre pequeños chascarrillos para romper el hielo (¿hielo?, si todo era tibiecito). Pero de pronto surgió un murmullo de inconformidad que poco a poco se transformó en interpelación abierta: la facción de estudiantes izquierdistas de Ciencias Políticas entonó a coro el estribillo de “el pueblo unido, jamás, será vencido”; el grupo alcancista de reconstrucción nacional desplegó sus mantas, la asociación de estudiantes ultraneoliberales antipopulares de Economía empuñó sus pancartas con la inscripción de “libre mercado ya, transnacionales para todos”, aef-grupo de choque lanzaron sus sombrerotes por los aires. Todo pasó del silencio complaciente al borlote democrático. Todos gritaban, todos se movían, protestaban, impugnaban, respaldaban, apoyaban, proponían, argumentaban, argüían…

No, no fue así, despierta…

El resumidísimo V Informe de Gobierno despertó en nosotros la ovación unánime, a un mundo casi feliz, digo casi, porque los 13 millones de mexicanos en pobreza extrema, la caótica situación de los campesinos, el número de niños de la calle que se incrementa día con día, entre otros, según el propio informe oficial, no alarma a nadie, pero sí son ligeras imperfecciones que se están limando para ascender definitivamente al primer mundo.

Dos importantes eventos sacudieron al mundo, perdón, quise decir al ITAM: la visita del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas al Instituto, y la visita del Instituto a Los Pinos. El resultado fue el mismo: EMPATE. Sí, empate. Las nueve recetas de cocina económica del ingeniero, y el fabuloso mundo color de rosa del máximo líder priísta recibieron el aplauso casi unánime de los asistentes.

—¿Empate? Discúlpame, pero no fue empate, fue un rotundo TRIUNFO, sí, el triunfo de la conciencia crítica y plural de los estudiantes itamitas.

—Sí, claro, por supuesto.