Escribo desde la noche –desde el desconocimiento de lo que queda por venir–. Lo que sigue no es sino un ensayo a tientas; ensayar el instante desbordado en su presencia y finitud siempre diferida. Escribo como sobreviviente,1 desde la indecibilidad de la vida como porvenir; el aprender a vivir –escribe Derrida– es algo que no puede suceder sino entre vida y muerte.2 Y lo que sucede entre ambas precisa de la intervención de algún fantasma. Aprender a vivir, supone entonces, aprender a vivir con los fantasmas, en la entrevista, la compañía o el aprendizaje; ser-con los espectros como política de la memoria, de la herencia. Responsabilidad ante el espectro como el tener lugar de la vida como sobrevida.

Y responsabilidad ante el espectro en cuanto respeto por aquellos otros que no son ya, o por aquellos que no están todavía ahí, como condición de posibilidad de la justica: “ninguna justicia parece posible o pensable sin un principio de responsabilidad, más allá de todo presente vivo, en aquello que desquicia el presente vivo, ante los fantasmas de los que aún no han nacido o de los que han muerto ya”.3 Ser justo, sobrevivir en el presente desajustado, desquiciado, excediendo la presencia como presencia a sí: más allá, pues, del presente vivo en general. Momento espectral, más allá de la vida presente, de la vida como mi vida o nuestra vida. Conducir a la vida más allá de la vida presente, de su efectividad empírica u ontológica, no hacia la muerte sino hacia un sobre-vivir: una huella, la diferencia que abre el aparecer y la significación,4 un sobre-vivir, desquiciar la identidad consigo del presente vivo.

La justicia como relación con el otro supone cierta dislocación en el ser y en el tiempo, disyunción del presente –al tiempo que condición misma de la presencia del presente–, exigencia de la herencia y el testimonio: el ser de lo que somos es, ante todo, herencia. La herencia no puede sino ser testimoniada, testimoniar lo que somos en tanto que heredamos: heredamos aquello mismo que nos permite testimoniar de ello.5 Sobrevivir como superación de la vida y la muerte, como la-vida-la-muerte, es testimoniar la herencia en la demora; nos descubre desde la genealogía espectral, desde el asedio.

Sólo desde la lógica del espectro en cuanto superación de la oposición entre efectividad e idealidad, una acontecibilidad desde la no contemporaneidad a sí del presente vivo, podemos plantear, estando vuelta hacia el porvenir, proviniendo del porvenir, la pregunta que llega y pone en cuestión lo que vendrá en el por-venir: ¿dónde mañana? (whither?). Sólo el porvenir en la memoria, dislocación de la presencia como presencia a sí, devolviéndole la palabra a los espectros que están ahí, aunque no existan, aunque todavía no estén. Recuperarnos en la herencia, testimoniar el porvenir, sobrevivir en el espectro.

 

 

 

 

 

 

1 Ver, en este número, Quintana Villalobos, Emiliano, Sobrevivir en la demora: la deconstrucción de la vida como apertura a la justicia en Jacques Derrida.

2 Cf. J. Derrida, Espectros de Marx, Editorial Trotta, Madrid 1998, p.12

3 Ibid., p.13

4 J. Derrida, De la gramatología, México, Siglo XXI, 2012, p.85

5 Derrida, Espectros de Marx, op. cit, p. 68

6 Cf. Quintana Villalobos, Emiliano Sobrevivir en la demora…, op. cit., y J. Derrida, Demeure, París, Galilée, 1988.