Para Jacobo Zanella (1976), editar es crear una forma; un contenedor en el que el lector queda inmerso. De ahí que la invención de ésta no se pueda tomar a la ligera. Como un arquitecto, el editor concibe una idea y busca lo necesario para llevarla a cabo. Dada la improbabilidad de la experiencia, crea un contexto único que sirve de morada para un texto; sin embargo, sólo tiene sentido dentro de este territorio debido a las circunstancias únicas que llevaron al editor a construirlo así.

La editorial Gris Tormenta no sólo es un territorio, sino una invitación a la construcción del mismo. La labor de edición inaugura un universo propio en el que participan el editor, el autor y el texto. Se dialoga y se revelan inquietudes que resuenan en la mente del lector, quien, a su vez, se convierte en participante dentro del proceso. Es por lo anterior que la creación del libro como objeto tiene un comienzo, pero no un final. La dinámica que dio inicio con la creación de la forma continúa y muta cada vez que el libro se abre. 

La edición, según Zanella, implica hacer legible el mundo. Así, la editorial es una invitación a pasear a través de una cosmovisión utilizando el libro como herramienta de transmisión. Cada publicación refleja un cuestionamiento que se detiene en el tiempo. Mientras que para él hay una transitoriedad presente en la edición, un texto con cimientos preestablecidos, como los de Gris Tormenta, tiene posibilidad de permanencia.

 

 

Jacobo Zanella

Sofía Calderón: Para poder competir contra las grandes editoriales, es necesario que las independientes sean distinguidas por un sello personal, ¿cuáles dirías que son los rasgos que caracterizan a Gris Tormenta?

Jacobo Zanella: Los grandes grupos se mueven según las tendencias. Ahora predominan dos tendencias: la novela histórica y la novela negra o de terror. Ambos géneros tienen cada vez mayor presencia en las librerías grandes, por lo que los grandes grupos apuestan por ellos. Las editoriales pequeñas intentan ir contra esa corriente. En Gris Tormenta tenemos tres características que nos diferencian. La primera característica es que decidimos no publicar nada de ficción, nada de poesía, ni cuentos; es una editorial que sólo publica ensayos, memoria y crónica literaria. La segunda característica es que decidimos no recibir manuscritos, sino que diseñamos nuestras colecciones a partir de la idea de un libro inexistente. La tercera característica es que publicamos poco, entre dos y tres títulos por año. La ventaja es que nos permite dedicarles a los libros todos los meses o los años de trabajo que requieran. La desventaja es que cuesta mucho en tiempo, esfuerzo y dinero, y tenemos pocas semanas de presencia en las mesas de novedades, pero pensamos que alguien que lee un libro de Gris Tormenta estará atento cuando aparezca un libro nuevo. 

SC: Mencionas las colecciones y la noción de creación a partir de un libro inexistente, ¿a qué te refieres con eso?

JZUn ejemplo es una de nuestras colecciones: “Disertaciones”. Es una serie de antologías que se diseñan en la editorial antes de que exista. Uno de nuestros títulos se llama Nuevas instrucciones para vivir en México, es una especie de continuación de una antología que existió hace unas décadas titulada Instrucciones para vivir en México, de Ibargüengoitia. Lo que hicimos fue retomar y actualizar el pensamiento literario que esas instrucciones originales sugieren. El proceso comenzó con el diseño de un índice, pensamos en qué tipo de textos queríamos, en la libertad que le daríamos a los autores, en el número de textos, en su tamaño y características. Una vez que definimos eso, invitamos a los autores. Después de que recibimos todos estos textos, creamos una introducción o un prólogo para que todo tenga coherencia. Los textos que llegan se agrupan en capítulos para que haya una narrativa, un camino de lectura. Y después de todo esto, al final del libro hacemos una sección que llamamos Anexos, en donde incluimos una bibliografía relacionada. Les pedimos a los autores participantes que nos recomienden un libro o dos que para ellos funcione como una especie de instrucciones para vivir en México. La idea es que cuando llegues al final, el libro no se acabe, sino que esta especie de pequeña biblioteca con 50 títulos expanda tu horizonte de lectura. A eso es a lo que me refiero cuando digo que los libros se diseñan antes de que existan. La labor previa a la escritura es una característica muy distintiva de Gris Tormenta.


SC: En tus textos has planteado que la editorial no es la gestión de una lista de autores y títulos, sino un espacio inventado con un contexto propio. Sin embargo, cada editor tiene un criterio literario que está influenciado por su bagaje cultural, por su historia de vida. ¿Cómo logran que los intereses de los editores de Gris Tormenta se conjuguen para que sea un proyecto coherente, para que tenga una misma voz?


JZ: Es un tema bastante complicado, y también una de las razones por las que publicamos poco. En Gris Tormenta no publicamos lo que nos gusta leer, sino lo que nos gusta editar, que es muy distinto. Cuando creas una editorial, tienes dos opciones: publicar los libros que realmente te gustan mucho o publicar los que sirven para construir un proyecto editorial, aunque eso signifique apostar por menos libros. Gris Tormenta es un taller editorial donde exploramos ideas y las llevamos a cabo nosotros mismos. Imponemos límites, pero dentro de ellos puede suceder lo que tú quieras, por lo que coexiste la libertad con la rigidez.  Cuando les comentamos a los autores la idea del libro que imaginamos, ellos siempre nos sorprenden y terminan haciendo un montón de cosas que no esperábamos. Me gusta mucho cuando una editorial se identifica y tiene voz propia, porque te permite descubrir cuál es su criterio y cómo se toman las decisiones. Una vez que tienes una propuesta editorial clara, los lectores pueden comprar cualquiera de tus libros porque confían en ella. Por ejemplo, nuestra antología En tierra de nadie trata sobre la migración, pero desde un enfoque literario. Decidimos no mencionar números, ni estadísticas, ni países, sino hablar de cómo se siente migrar. Los textos abarcan todo el proceso, desde que surge la idea de migrar, hasta anécdotas de los migrantes que llevan diez años en un país y se dan cuenta que no es como lo habían imaginado antes de partir. Los textos que comprenden la antología ya existían, son fragmentos de un ensayo o un libro de memorias donde los escritores narran su experiencia como migrantes. Los textos están escritos de tal forma que causan interés. Creo que a eso me refiero cuando digo que editar es una forma de narrar.


SC: Gris Tormenta sacó recientemente la colección “Editor”, en donde precisamente se narra el tras bambalinas del quehacer editorial, ¿en qué radica la importancia de contar estas historias detrás de la creación literaria? 

JZ: Es una curiosidad lectora. Hay grandes lectores, gente que le gusta mucho leer, pero no les interesa en absoluto la edición. Es natural que no les interese porque a veces la edición tiene procesos muy áridos. Entonces, este lector ávido entra a una librería y no se imagina la cantidad de historias que hay detrás de cada libro. En una librería donde hay diez mil títulos hay, por lo menos, diez mil historias que no están siendo contadas. La colección “Editor” cuenta esas historias. Iniciamos la colección con algunas dudas, porque era extraña en el sentido de que no existía nada similar, así que pensamos en que fueran libros de bolsillo con tirajes modestos. Curiosamente, con los años, ha sido nuestra colección más popular. Ha tenido muy buena respuesta y creo que la clave es que no sólo cuenta el tras bambalinas, sino que lo hace de una manera literaria. Toma un ensayo personal o un ensayo literario y lo convierte en una historia que podría ser ficción, pero es real. Su cometido es contar la historia que precede a un libro o a una colección, su belleza radica en que los lectores descubren la riqueza que hay durante el proceso de hacer un libro.


SCAdemás de la parte literaria, está justamente todo el proceso de creación del libro como objeto. El confinamiento mermó el rol de las librerías que actuaban como puente entre el lector y las editoriales independientes, ¿tuvieron inconvenientes como editorial? 

JZ: La relación entre los lectores y las editoriales independientes cambió mucho, en algunos casos para bien. Aparecieron algunos nuevos lectores con la pandemia, porque ser lector es una cosa que un día te sucede. No lo decides. Si tienes mucha suerte, te sucede de niño, pero es inusual. La mayoría llegamos a la lectura tarde, es algo accidental. Más bien, los que ya eran lectores leyeron más, o de distintas maneras, durante la pandemia. Las librerías independientes tuvieron un resurgimiento. Estos lugares dependen del librero que selecciona los títulos y hace recomendaciones a los lectores. El miedo que causó la pandemia puede ser combatido con cierta calidez, muchos encontramos esa calidez en los libros, en las librerías y con los libreros. En estos últimos 12 meses, algunas librerías han tenido más ventas que antes de la pandemia, y espero que así continúe. A las editoriales no les ha ido tan bien, hubo varias que desaparecieron, ya que las ferias de libros, los eventos y los espacios donde se presentaban y vendían sus libros cerraron. Cuando cambia esa relación, cambian las cosas. En el caso de las editoriales, cuando desaparece la parte social, el impacto es cuantificable. Obviamente las pequeñas editoriales siempre sufren más porque tienen un menor acceso a los recursos disponibles que les ayuden a subsistir. No todas las editoriales pequeñas tienen sus catálogos en línea.


SCMencionaste lo crucial que es el aspecto social dentro de la labor editorial. Emiliano Monge, en el prólogo de Una vocación de editor, de Ignacio Echevarríadescribe la relación que tenía con su editor, Claudio López Lamadrid, como una burbuja a la que éste lo invitaba y dentro de la cual se creaba una dinámica, una complicidad y un espacio único. ¿Cómo describirías tú la relación entre el escritor y el editor?


JZHay una relación intensa que dura meses, en donde el escritor está de alguna manera trabajando para ti; en el caso de un texto comisionado, está haciendo un texto que tú le pediste. Durante dos meses tú estás con los dedos cruzados imaginándote que el escritor está escribiendo, pero tampoco puedes presionarlo cada semana para supervisar su avance. Cuando por fin te envía un primer borrador empieza realmente la relación laboral y se complican las cosas. El editor debe tener tanto la autoridad como el tacto para indicarle al autor los defectos de su texto. Es muy difícil que el escritor tenga una visión exterior de su propio texto, la lectura de un editor nunca es una lectura de placer. La mayoría de los escritores están acostumbrados a ese proceso y rehacen lo que tú les pides rehacer. Aunque, por supuesto, también los textos tienen muchas partes buenas que compensan la balanza. Es  gracias a la honestidad que se forma una relación de confianza recíproca. Llega a crearse una intimidad de la que nunca tienen constancia los lectores. Algunos escritores guardan sus manuscritos por seis meses, incluso un año, y luego los vuelven a leer y ven cosas que no habían visto antes, entonces empiezan el proceso de reescritura y autoedición. Cuando no hay tiempo para guardar un año el libro, entonces se lo dan a un editor y éste cumple la función del tiempo. Lo ve por primera vez con ojos nuevos y descubre los defectos estructurales del texto. En la colección “Disertaciones”, que son antologías, no se logra esa profundidad en la intimidad con un autor porque estás hablando de libros que tienen entre diez y veinte textos breves.


SC¿En qué atributo se fijan para hacer estas antologías?


JZ: Lo importante en las antologías es desarrollar o profundizar en una duda. En la última que hicimos, En una orilla brumosa, queríamos explorar la relación entre la literatura y el arte contemporáneo. Es una idea que puede ir en cien direcciones distintas. Hablamos con Verónica Garber para que fuera la editora invitada de este libro. Le contamos la idea y ella quiso agregar un tercer componente, el futuro. Entonces la lista de autores ya no podía ser tan amplia, pues teníamos que  pensar en quién podría escribir sobre la intersección de estos tres conceptos. Si el concepto es demasiado vago, o si se presta a demasiadas interpretaciones, entonces la antología podría quedar medio floja. No es que los textos estén mal, sino que el concepto está incompleto. A partir de una idea clara, puedes enviarles la invitación a los autores que previamente seleccionaste. Les comunicas la idea principal, pero tampoco les puedes dar tantas instrucciones, tienes que dejarles la mayor libertad posible para que ellos hagan algo. Si el concepto está bien, entonces los cimientos están bien y puedes confiar en que la casa estará bien y no se va caer.


SC: Ahora que mencionas el tiempo, recuerdo que en tus textos has explorado el concepto de lo contemporáneo, sobre todo desde la visión de Giorgo Agamben. Para él lo contemporáneo significa no pertenecer a nuestro tiempo, pero al mismo tiempo mantener la vista, no en la luz, sino en la oscuridad. ¿Cómo se traduce esto en la labor de editor? También has planteado que la labor del editor implica alterar nuestra concepción de lo que consideramos que es la realidad. Entonces, ¿qué simboliza esta oscuridad al momento de concebir la realidad?


JZ: Nos quejamos de que nuestro tiempo es el peor de todos. Sentimos que la catástrofe es inminente. A lo mejor forma parte de nuestro proceso evolutivo y es un mecanismo de defensa. Siempre el presente ha parecido el peor momento para vivir. Pero ya tendríamos que haber aprendido, después de al menos 4000 años de registros escritos, que no es cierto. Ser contemporáneo es darse cuenta que no estamos viviendo en el peor momento, pero tampoco es el mejor, sólo es distinto y, al mismo tiempo, es igual. Una vez que nos percatamos de eso, se abre un mundo de cosas, y esta visión puede aplicarse para llevar una editorial, para escribir un libro, para dirigir una película. En Gris Tormenta siempre nos ha interesado mucho reflexionar sobre ese concepto. Por un lado, es medio abstracto y árido, pero por otro lado, buscamos que en todos nuestros libros, de manera directa o indirecta, haya una reflexión sobre el concepto de lo contemporáneo. Todos nuestros libros comparten esa cualidad, tienen un tema, pero al mismo tiempo están ensayando sobre el momento en que cada lector está leyendo. Los libros de Gris Tormenta tienen un montón de capas de lectura y una de esas capas es la crítica sobre el momento actual o sobre el sistema actual. 


SC: Ya que hiciste referencia al origen de la editorial, quisiera preguntarte ¿por qué se llama Gris Tormenta? 


JZ: Queríamos capturar la atmósfera o sensación que tienes cuando ves en el horizonte una nube gris, casi negra, que abarca gran parte del cielo, y lo tomas como un indicio de que caerá una tormenta tremenda y deseas llegar a tu casa lo antes posible, para refugiarte. A veces es sólo un presagio que se extiende durante un par de horas y resulta que nunca llueve, pero durante ese lapso sigue oliendo a lluvia y sigues pensando que en cualquier momento caerá la primera gota. En algún momento todo mundo ha visto esa nube y conoce el sentimiento. Refugiarte en casa es sinónimo de calidez. Te sientes como en un hogar. Y cuando llueve, la atmósfera cambia. Hay tranquilidad. Llega una paz, y esta paz la asocio con la atmósfera de la lectura. Es un regreso a tu interior, a estar contigo. Es una búsqueda de paz, de silencio, de soledad.