Si es posible hablar de una ciudad contemporánea, es indispensable preguntarse por cómo ésta puede ser definida y bajo qué criterios se le puede analizar si es que se quiere decir o hacer algo por ella.1 Bernardo Secchi, fallecido en septiembre de 2014, ha sido una gran pérdida para el pensamiento de los espacios y del papel del urbanismo en las sociedades contemporáneas (en su sentido cronológico). Retomando el pensamiento y conceptos de Haussmann, Foucault, Beck, Bourdieu, Bauman, entre otros, Secchi propone una interpretación histórico-filosófica del espacio-ciudad y de su funcionamiento como elemento narrativo de las características de una sociedad particular.

En su libro póstumo, La ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres, Secchi realiza una exposición de las tesis principales que le llevaron a concluir que, en los tiempos actuales, lo que se vive en el urbanismo es la configuración de una nueva cuestión urbanística.2 La aproximación de Sacchi al fenómeno urbano es entendida no como una holística sino como elementarist; es decir como una descomposición primaria de la ciudad que permite iniciar su comprensión y el proceso de su diseño.3

Por una parte, Secchi considera que, a pesar de la evidente heterogeneidad entre metrópolis, los problemas a resolver son análogos. También sostiene que, ante cambios en la estructura social, económica e institucional, la cuestión urbana siempre regresa al centro del debate. Como una tercera tesis, Secchi argumenta que el espacio urbano no es infinitamente maleable. Esto debido al aspecto inercial del espacio y a que es el mismo espacio quien delimita sus propias posibilidades de cambio.

Marcos Ramírez, Century 21, 1994.

Marcos Ramírez, Century 21, 1994.

De estas premisas iniciales parte el problema de la nueva cuestión urbana, concepto esencial en el pensamiento de Secchi. Los problemas análogos a los que se refiere el autor son las desigualdades sociales, injusticia espacial, cambio climático y problemas de movilidad, como parte de los derechos de la ciudadanía. Estos problemas son los que definen y, a la vez, conducen a las ciudades al dilema de la nueva cuestión urbana. En consecuencia, la aparición de esta cuestión genera nuevos proyectos y políticas espaciales que dependen, principalmente, del apoyo de una ideología (para esta crisis la ideología de mercado) y de la retórica de seguridad propia a la época. Para Secchi, “la política urbana es visión y acción de la biopolítica”4.

En el pensamiento de Secchi, las crisis sociales, económicas o institucionales funcionan como detonantes para la creación de un nuevo proyecto urbanístico que crea un conjunto de nuevos temas, conflictos, sujetos y alianzas entre grupos sociales. Para la nueva cuestión, el detonante no sólo ha sido la crisis de 2008, que en sí misma representó una distorsión urbana por haberse gestado en el sector inmobiliario, también se ha conjugado el desmantelamiento progresivo del Estado de bienestar, la creciente desigualdad y la menor calidad de vida en los sectores pobres.5

Frente a esta nueva configuración urbanística las políticas espaciales emergentes resultan de gran importancia pues determinarán el diseño de los nuevos proyectos de ciudad. Es en este momento en el que la ideología y la retórica de seguridad entran en juego para delimitar las posibilidades de la transformación urbana. Si bien la ideología regente es clara para el autor, vale la pena hacer una revisión de la retórica de seguridad y las implicaciones que ésta podría tener. Basta reconocer las declaraciones de Bauman sobre este aspecto para darse una idea del papel de la seguridad en la sociedad actual: “Ahora la gente quiere más seguridad por encima de la libertad”.6

Para Secchi la retórica de seguridad ha sufrido diversos cambios. Considera que la seguridad parte del miedo que, a su vez, genera intolerancia y disgrega a la sociedad.7 De esta forma, la fragmentación espacial de la ciudad contemporánea puede explicarse por la “rotura del sistema de solidaridad” debido a razones sanitarias, religiosas, étnicas o culturales, niveles de renta, hábitos de consumo o espacio habitado. Al respecto, resulta interesante que sea el mismo espacio habitado un elemento disruptor del sistema de solidaridad. Secchi justifica este señalamiento argumentando que, comúnmente, la diferencia entre ricos y pobres es estigmatizada y etiquetada en función del lugar de residencia. Es decir, el espacio habitado funciona como evidencia empírica de una diferencia que impulsa políticas de distinción (en el sentido de Bauman) y mecanismos de protección. Secchi define como mecanismos de protección:

La selección de lugares inaccesibles, bien definidos por barreras naturales; construcción de vallas y muros o de obras de ingeniería hidráulica; normas de policía sanitaria, alimentaria y comercial que limitan la entrada, salida o el tránsito, que definen el estatuto especial de determinados grupos sociales […]; rejas, calles y accesos controlados por contraseñas, videocámaras y guardias armados […].8

Al repasar la lista de mecanismos de protección se vuelve claro lo cotidiano de estos elementos en la ciudad contemporánea. Ya sea en el ejemplo extremo de las gated communities que, en un anhelo de distinción, funcionan como la antítesis de la ciudad9, o en las Smart cities, proyectos urbanos que responden a las nuevas retóricas de seguridad (seguridad ambiental) para quienes disponen del capital, estos mecanismos son productos de una retórica de seguridad que ve como amenaza al ajeno, al pobre. En un mundo de creciente desigualdad la injusticia social deriva en injusticia espacial, como señala Secchi. Bajo esta visión de seguridad, las políticas urbanas tienden a crear nuevas interpretaciones de chambres de bonne que, u obedecen a la dinámica centro-periferia, o bien crean enclaves identificables en la metrópoli.

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Los efectos de esta visión de seguridad en las políticas urbanas tienen implicaciones directas en la dinámica de una sociedad. El diseño urbano en debate o ya adoptado es muestra de las características de la retórica de seguridad e incluso de lo que la sociedad entiende como amenaza o como lo diferente. Es por esto que se vuelve relevante analizar el espacio para comprender hacia dónde se dirige el proyecto urbano actual y bajo qué esquema de seguridad se encuentra.

En el espacio público, la creación de plazas de consumo cuyo objetivo principal es la distinción (a saber, El Palacio de los Palacios), proyectos de infraestructura para los que la movilidad y la cultura es propaganda y no fin (Corredor Cultural Chapultepec) e incluso proyectos urbanísticos que poseen prácticamente todos los mecanismos de exclusión señalados (Santa Fe) siguen, sin dejar lugar a duda, el esquema de la ideología de mercado. Lo controvertible es lo que estos casos nos dicen de la retórica de seguridad regente en nuestra sociedad. ¿Frente a quiénes están los grandes puentes que fracturan la movilidad?, ¿cuántas estaciones de metro llegan a una colonia de chambre de bonne?, ¿cuál es el elemento que caracteriza la diferencia entre los residentes de los beaux quartiers y los de las colonias “populares”?

Finalmente, ¿qué nos dicen los muros de una Universidad sobre su relación con su espacio inmediato? ¿Qué solución le está dando este proyecto urbanístico a nuestra nueva cuestión urbana?


 

1 Boano, Camillo y Astolfo, Giovanna. The New Urban Question – A conversation on the legacy of Bernardo Secchi with Paola Pellegrini. Society and Space. [Versión web] Disponible en: http://societyandspace.com/material/interviews/the-new-urban-question-aconverstion-on-the-legacyof-bernardo-secchi-withpaola-pellegrini/#_ftn20

2 Secchi, Bernardo. La ciudad de los ricos, la ciudad de los pobres. Tr. Teresa Arenillas Parra y Francisco López Groh. Madid, Catarata, 2015.

3 Camillo. Op. cit.

4 Secchi, 2015. Op.cit.

5 Ibid.

6 http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Zygmunt-Bauman-pesimista_0_881911978.html

7 Secchi, 2015. Op. cit.

8 Secchi, 2015. Op.cit.

9 Ibid.