Hay un solitario en medio del camino
con la mirada vomitando estrellas y el alma sorprendiendo al horizonte
A lo lejos un cántaro se vierte en alto estruendo y el hombre se sabe pájaro y se pone a nadar

Cada viento mar que pasa le despeina el corazón de golondrina
y le hace flotar por el vértice de una nube
En cada estación hay un sol que le cuenta los sueños muertos
de hombres resplandecientes que cantaban:
“En un principio Dios tenía la mano en la garganta
con los soles contenidos en la lengua
El amanecer del tiempo esperaba sentado a la orilla de un lago infinito
el sonido primigenio cabalgaba el viento en las alas de una paloma que se soñaba volando”

Y dijo Dios: “Resplandezca la luz en las tinieblas del mundo,
sobre la faz de abismo y fructifique
produzca seres vivientes a lo largo del cielo y debajo en la tierra.”
Y fue la tarde y la mañana un día
El hombre solitario se sabe estrella y escucha cabalgar el viento
Lo ve rendirse al alba, dócil como un león
como un tifón, como un bufón
Con las manos llenas de tiempo decide morir en pleno vuelo
Los soles prematuros vienen jalando el alba de su cuerpo
por un camino de flores que se apagan en un caudal de luces
El hombre se sabe espectro y candil y gaviota y se pone a cantar.

Paolo Gasparini, Chihuahua al atardecer, 2005.

Paolo Gasparini, Chihuahua al atardecer, 2005.