Opción 100, Febrero 2000.


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No he logrado averiguarlo, no sé si es para desdicha y arrepentimiento de lo cometido o para remembranza gozosa de lo que fue y lo que movió una fibra, un aliento contenido, pero por alguna razón lo que se publica permanece, y para aquellos que guardamos los números de Opción en una pequeña biblioteca personal, existen las sorpresas, la sonrisa y la tristeza de abrir páginas y extrañar un cierto momento, un ideal, un sueño, un amor o la observación profunda que nos ha dejado ya, que se ha llevado la maraña cotidiana de vivir cada día y día a día.

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Opción, realmente, mirando este corto viaje en la memoria que he realizado, no tiene que ser cosa alguna; siempre es y sigue siendo un recipiente moldeable al gusto de quienes integran la revista, sea consejo editorial o colaboradores. Sobraría dar consejos o recetas. Como muchas cosas, y como tantas otras, Opción es un experimento con las libertades que ello le otorga. No sé y no investigaré más el significado; eso lo encuentra quien está dispuesto a encontrarse o a perderse, y como acto personal la revista significa según el deseo propio.

Opción me deja el oficio de escribir bajo encargo, el beneficio de haber leído y continuar leyendo lo que simplemente se vive y la experiencia de encontrar el egoísmo orgulloso de escribir unas líneas y atreverse a publicarlas.

El Fisgón, Héroes en la regadera, Opción 57, 1993.

El Fisgón, Héroes en la regadera, Opción 57, 1993.

El Fisgón, Héroes en la regadera, Opción 57, 1993.

El Fisgón, Héroes en la regadera, Opción 57, 1993.