Opción 100, Febrero 2000.
[…]
No he logrado averiguarlo, no sé si es para desdicha y arrepentimiento de lo cometido o para remembranza gozosa de lo que fue y lo que movió una fibra, un aliento contenido, pero por alguna razón lo que se publica permanece, y para aquellos que guardamos los números de Opción en una pequeña biblioteca personal, existen las sorpresas, la sonrisa y la tristeza de abrir páginas y extrañar un cierto momento, un ideal, un sueño, un amor o la observación profunda que nos ha dejado ya, que se ha llevado la maraña cotidiana de vivir cada día y día a día.
[…]
Opción, realmente, mirando este corto viaje en la memoria que he realizado, no tiene que ser cosa alguna; siempre es y sigue siendo un recipiente moldeable al gusto de quienes integran la revista, sea consejo editorial o colaboradores. Sobraría dar consejos o recetas. Como muchas cosas, y como tantas otras, Opción es un experimento con las libertades que ello le otorga. No sé y no investigaré más el significado; eso lo encuentra quien está dispuesto a encontrarse o a perderse, y como acto personal la revista significa según el deseo propio.
Opción me deja el oficio de escribir bajo encargo, el beneficio de haber leído y continuar leyendo lo que simplemente se vive y la experiencia de encontrar el egoísmo orgulloso de escribir unas líneas y atreverse a publicarlas.