Sueña el rey que es rey, y vive.

Calderón de la Barca

 

¡Oídos sordos, escuchen el cantar del mundo!

Sobre todas las costas sonará la voz que llama,

la que canta en la encrucijada, en la verdad.

 

Todos los pueblos alaben al dador del sueño,

al unísono canten, hombres, canten:

todos los siglos, todas las eras, todos los tiempos

se plasman en este presente.

Los amplios muelles del gran puerto

dicen adiós al barco que navega.

Odiseo canta a la noche

por un hombre que sueña soñando

al conocedor de los límites del firmamento.

 

En mi viaje de hombre mar,

vi nombrar a lo que existe,

vi a un hombre descansar

al abrigo del ala de un ave bicéfala

que espera a ser coronada en pleno vuelo.

 

Encontré a Alejandro soñando

con un viejo poeta que cantaba:

“Hay una isla en el mar turbulento”.

En el mar turbulento hay una isla,

y en la isla un hombre

y en el hombre una palabra

y en una palabra el mundo.

 

El cielo es metáfora del mar

y el mar es metáfora del cielo.

¿Quién ha puesto la medida del abismo

para contener a las aguas de las aguas?

¿Quién ha dado la boca al hombre

para no saber nombrar lo que no existe,

para dar nombre a toda criatura?

Arriba en el cielo

y abajo en la tierra,

toda ave que canta

y todo animal que se arrastra,

todo, cantor, te será para comer.

 

Después vi a Constantino flotando en el Jordán,

mirando al Sol invicto tirar de sus caballos,

dejándose morir en Occidente.

Y en la muerte de Helios,

en el séptimo día,

vi nacer a los hombres

de la pluma de una serpiente que canta,

reflejada en un lago que hierve,

en un espejo humeante

donde un dios sueña

a un hombre que se sueña soñando.

 

Todos los siglos, todas las eras, todos los tiempos

dicen adiós al barco que navega,

dicen a Dios: “Señor dador del sueño”.

Sobre todas las costas sonará la voz que llama,

la que canta en la encrucijada, en la verdad.

¡Oídos sordos, escuchen el cantar del mundo!