Verde

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Los fríos vienen con silbatos de aire que despeinan las ciudades arremolinan los olores al filo de las calles una lluvia fina baña el único parque del pueblo verde de contento. Soñoliento vaho humedece la tierra llena de animalillos parturientos que sin ningún pudor alimentan pájaros ardillas y conejos. El hombre que camina pensativo es el único ser que no germina en este hábitat de tierra negra llena de inmensa vida.

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Entre las piedras la yerba abre sinuosos caminos alfombra verde limón invade las raíces y troncos de este viejo cerro de basalto ranas de colores inverosímiles croan ante el asombro del pájaro-señor que le canta a la primavera la chachalaca espabila el sueño de las lagartijas que imitan el color del húmedo musgo hay en el entorno arbustos que tiran al piso cerezas rojas y maduras, festín de tordos hurracas y pájaros carpinteros.

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Por las tardes, un ventarrón azotaba puertas y ventanas el sonido de un gran relámpago sonaba al caer la lluvia en pesados goterones las láminas de los techos emulaban una sinfonía de Malher. Silencios y estruendos arrullaban esta húmeda villa donde los sibilinos sapos croaban toda la noche.

Lágrima

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Habitar el mar, habitar tu sombra que se queda entre los botes plásticos y escamas de pescado, playa muerta gris desierta donde las medusas flotan silentes cual nenúfares de un Monet sin fulgor, sin los manchones de oleo sin vida y al azul lo domina la basura y sus huestes ecológicas de pet que adornan los manglares de este hermoso puerto.

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Zopilotes negros tordos azulados pueblan el cielo de este río blanco, la arena reina donde los cangrejos duermen los sueños de llegar al mar y cambiar de tono. Flores acuáticas cubren pequeños charcos de agua donde el cadáver de un perro se ensancha e infesta de mal olor este paraíso en el que, a pesar de la muerte, las cigarras, los grillos y los sapos siguen cantando.

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En otoño, durante las tardes, hay bullicio de pájaros encaramados en las frondosas copas de los sauces, ronda la alegría que escurre por todo el solar, las hojas se mecen con el silbido del air, dejando su canto a la intemperie que retumba en el pequeño río que los hombres han dejado a la deriva, aterido con bolsas de plástico, botellas e inmundicias que detienen el cauce de breves hilos de agua yerba acuática.

Cadáveres de anfibios flotan como un hecho fatídico.


Estos poemas pertenecen al libro Verde lágrima, que será publicado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.