I
Abro mi boca y viene el agua
como un hilo extraño
atado
al otro lado
al cosmos,
piedra inmóvil,
planicie de silencios
circulares
II
Pero aquí ya es otra cosa
porque el agua es saliva
y sangre
y garganta del hombre
satisfecho
el agua cae y el mundo cuelga
recién nacido
salvado apenas salvado
con sus parques y sus lluvias
y sus niños y sus horas
III
Por qué no sirve la palabra ontología
en el perro por ejemplo
o la tarántula escarchada
de venenos
porque el ser empieza
en alguna parte del estómago
y sin piernas ni ojos ni brazos
las bocas tienen que comer
IV
Entonces algo precede al deterioro
de la física perfecta
de tormentas y eternas
precesiones
siento que todo naciera
como el alma
de sus ojos de luces minerales
pero todo llanto fue primero
llorado por el cielo muerto
y toda marcha
y toda sed es un recuerdo
de una vez que el universo
tuvo miedo
V
Me parece que es algo así
una fiebre conjunta
un pitido propagado
sinfonía
de terrores diminutos
porque un hombre es una fiebre
que viene migrando
y mueve su boca que
pide centavos
y sabe
—no sé si sabe—
que sus músculos dormidos
son el eco del vacío
VI
Y digo fiebre porque imagino
lo incidental de la revuelta primigenia
el candor de la primera cosa
que tuvo ganas de vivir