¿Qué pasó allá adentro,
en el pozo,
alguna vez caudal de un instante
preciso? Su impre(ci)sión
–ahora–
se dibuja a gota de agua:
gota (a)gota,
como las pinturas
del río y los lirios.
El pozo es ahora las gotas de agua.

El agua se desborda,
excede
y gotea.

Allá adentro,
en el pozo
pasó el silencio
des(a)gotando –una a una a una–
las hojas ya muy deshojadas.
Pasó el silencio
nocturno,
tropezando a paso firme.

(El silencio es una palma vieja atravesada por el viento.)

El silencio es cuenca de agua
derramada
en la boca,
en la espalda,
en el salón,
donde, alguna vez,
ocurrió todo
– y nada.
Ocurrimos nunca.

Nunca es todo.
Todo es poco.
Nada es mucho.

Se me ocurre la palabra “desabotonar”.
El silencio se parece a un vestido,
y también el blanco que transcurre
entre cada botón.
El botón es tecla y música
que desabotona el vestido,
gota a gota,
en un caudal de imprecisiones,
como las pinturas del río y los lirios.