Las manchas descienden
por ventanas
donde el firmamento
arroja sangre de pájaros.

Un pájaro
es sangre seca.

Esqueleto sobre el pasto,
suspiro frío,
papalote sin aire.
Dioses paganos
habitan su médula,
transforman
su pecho en vidrio.

Ignora el tiempo, sus plazos,
los árboles que ascienden.

Un pájaro
es una hoja.

No tiene semejanzas,
no sabe quién es,
no le importa.
En esta ciudad, los edificios
pajarean.
La tarde vomita silencios
sutiles, honestos.
Apuñala el luto
de un canto imaginario.
Nunca sabrá que ha muerto.

Un pájaro
sólo es humo.