Opción 100, febrero 2000.


 

Desearía que enmudeciera mi
voz por completo para dejar
hablar por sí a los hechos.

Leopoldo Von Ranke

 

La historia obliga y ennoblece a la vez, porque es el campo donde la mente humana crea el mundo, donde se inventa y nos inventamos. Y no existe otra historia que la historia comprendida, no la constatación rigurosa de los hechos, sino su inserción en el pensamiento de todos los tiempos, de la conjunción del mundo y del hombre con sus fundamentos. Escribirla no es fácil, ya que existe una cierta disposición personal por parte del historiador; es aquí donde la historia toma “voluntad propia”. Para Heidegger, es una proyección en el pasado del futuro que el hombre mismo se ha elegido, en la cual condicionaba lo que ocurrió en vista de lo que es. Es decir, el hombre enmarca la historia en el presente heredado y según su interpretación vigente, cuando lo cierto sería otorgar el sentido real que lo determina, por lo que el hecho histórico sería un hecho humano, pues su sentido no está en lo que fue, sino en lo que somos; además, el hombre escribe historia por un cierto condicionamiento de su propia vida, de su existencia, de su actividad de vivir, de su “hacer historia”.

Así, no intentaremos escribir historia para otorgar una conciencia ficticia de los hechos, que al final de cuentas no es más que un ocultamiento de lo que en realidad somos, de “la razón de fue”. Escribiremos historia por nuestra actividad de “irnos viviendo”, descubriendo siempre nuestra potencialidad creadora. Reclamamos el derecho, ya que somos parte de esta historia, ya que es nuestro pasado, ya que somos parte de Opción.

He aquí un intento.

 

Del principio

En 1949, en el entonces llamado Instituto Tecnológico de México (ITM), surgió la primera publicación en esta institución: Revista del Instituto Tecnológico de México, una publicación realizada cien por ciento por profesores de Economía y que, obviamente, se dirigía al análisis de cuestiones meramente económico-financieras. Habrían de pasar trece años para que naciera la primera publicación estudiantil: en 1962, en el aún ITM, vio la luz Proyección Económica, siendo su director el alumno José de Jesús Parra. Durante mucho tiempo, surgieron nuevas publicaciones gestadas por alumnos y con la participación del personal académico y administrativo. Todas, con una fuerza endeble y sin continuación alguna.

Fue hasta 1971 cuando un verdadero proyecto editorial apareció. El periódico semanal Intramuros, que se convirtió en el organismo de expresión estudiantil por un lapso de cuatro años y en la publicación de mayor duración hasta entonces, y de la cual surgió el Club de Periodismo ITAM. Después de la desaparición de Intramuros, un nuevo lapso de inconstancia editorial se vivió en el Instituto. Entre los proyectos esporádicos que hubo destacan: Intramuros Dos (1978), Contraste (1978), Quorum (1979-1980), la revista mensual Canana (1980) y, finalmente, Opción.

 

Un nuevo intento

El cambio del ITAM a las instalaciones de Río Hondo hizo patente la necesidad de un organismo que buscara una mayor participación del estudiantado, por lo que a principios de 1980 se constituyó una comisión organizadora que convocó a elecciones para conformar un consejo de alumnos. El 2 de octubre de 1980, se realizaron las primeras elecciones, y con una concurrencia del 60% de los alumnos a las urnas, quedó conformado el primer Consejo de Alumnos del ITAM. Entre las prioridades de este nuevo organismo estaba la de crear una publicación meramente estudiantil. Así, de forma casi inmediata, nació Opción.

Con un consejo editorial integrado por Gina Casar, Juan Carlos Erreguerena, Lucía Melgar, Yemile Mizrahi, Adina Saadia y Emilio Zebadúa, en noviembre de 1980 se publicó el primer número de Opción. En el editorial, este primer consejo de la revista escribió: “Surge Opción como una nueva posibilidad de expresión (…) de una comunidad estudiantil que sólo podrá considerarse universitaria cuando reconozca la importancia de la pluralidad de ideas, de la discusión y, sobre todo, de la participación.” La idea fue inmejorable; la forma, no la mejor, pues este primer número no era más que cuatro hojas de tamaño oficio, mecanografiadas por ambos lados y engrapadas en la esquina superior izquierda. El consejo editorial era consciente de sus limitaciones, pero también de una necesidad real. Eran unos escuetos inicios, pero eran válidos.

Es hasta el número 7 que Opción dejó de ser “hojas engrapadas” y, de manera formal, el 15 de julio de 1981 (durante cursos de verano) se convirtió en un periódico quincenal, gracias al impulso y apoyo del Consejo de Alumnos. Este cambio no fue el único; al convertirse en un periódico, surgió una nueva figura: el director. Esta responsabilidad fue asumida por un miembro del Consejo fundador, Emilio Zebadúa. En su editorial escribió: “Sabemos muy bien las imitaciones dentro de ITAM, limitaciones a las que nos hemos enfrentado…” Opción era ya un proyecto real. Durante la vida de Opción como periódico, tuvo un perfil editorial meramente informativo de los diferentes sucesos dentro del ITAM, y de manera esporádica aparecían pequeños artículos sobre problemas externos.

Varios directores y miembros del Consejo, pasaron por el recién creado periódico, todos manteniendo la creación sin modificaciones radicales. Pero, en el número 25 (enero 25, 1984), se presentó un cambio editorial inminente. El nuevo director, Jorge Vizcarra, replanteó la concepción del periódico y dio paso a un mayor espacio para la literatura y la poesía. Vizcarra escribió: “Esta actitud no es más que lanzar una mirada reflexiva al espejo en busca de nosotros mismos.” Opción comenzaba a ser un verdadero espacio de expresión de uno mismo. En esta nueva concepción surgió una persona que hasta estos días perdura: el señor José Ramírez, mejor conocido como Cuquín. Hombre cabal y cumplidor, entonces aprendiz de una imprenta y ahora impresor. Vizcarra lo conoció a través de un primo; después de hablar del asunto un poco, Cuquín se convirtió en el nuevo impresor del periódico, así como de varias publicaciones más dentro del ITAM. Con la ayuda de una rotativa prestada por un partido político, el señor Ramírez inició con Opción un camino que sigue andando hoy en día.

El nuevo cambio hacia un perfil literario-artístico del periódico fue coronado cuando, en el número 29 (19 de noviembre, 1984), se lanzó una convocatoria para el “Primer Concurso de Cuento Corto” y se llevó a cabo la Semana Opción, en la que tuvieron lugar exposiciones de pintura, cine, fotografía, teatro, escultura, música y una mesa redonda sobre la publicidad y el consumismo, además de que el ITAM se convirtió en el primer foro privado externo del Instituto Nacional de Bellas Artes. con el éxito de la Semana Opción a cuestas, el 4 de diciembre de 1984 salió el número 30 de Opción, último número como periódico. Un nuevo replanteamiento se acercaba.

 

El intento hecho revista

El deceso de Opción como periódico se vio enmarcado por dos hechos muy significativos: primero, a finales de 1984 salió a la venta el primer número de Estudios, revista del Departamento de Estudios Generales del ITAM; con un corte meramente humanista, la nueva publicación daba el ejemplo; segundo, inició 1985, Año Internacional de la Juventud, destinado al planteamiento de ideas por parte de los jóvenes. En este marco, Opción se transformó de periódico en revista, y en abril de 1985 surgió el número 1 de Opción, aunque en realidad era el 31. Los cambios fueron muchos: fue de tamaño carta, portada a color, con treinta y dos páginas, un nuevo director (Sergio Negrete) y con distintos artículos sobre temas que iban desde la ya habitual Literatura hasta Economía, Política y Filosofía; basta con observar que el primer artículo que aparece se titula “México y la OPEP”. Un hecho a destacar es que para este primer número como revista había catorce personas integrando el consejo editorial; para el número 2, sólo permanecían cuatro. Dado que ahora Opción era una revista encargada del pensamiento de lo externo, surge un nuevo periódico para suplir la información interna: Intramuros III (1985-1986), totalmente ajeno a su predecesor.

En 1986, se llevó a cabo una reestructuración total del Consejo de Alumnos. Ante la ausencia de un reglamento que marcase los derechos y responsabilidades de los distintos órganos estudiantiles, se elaboraron unos estatutos que fueron aprobados por una Asamblea General, creándose así lo que ahora es la Sociedad de Alumnos del ITAM (SALITAM). En estos estatutos se hizo independiente a la revista Opción, pues antes el director era designado por el presidente del Consejo de Alumnos y ahora sería electo por el mismo Consejo Editorial. Además de esto, con la aprobación de las autoridades de la escuela, se creó la cuota SAITAM; ésta permitiría financiar las diferentes actividades gestadas por los estudiantes. El 50% de esta cuota era para el Consejo de Alumnos, el 20% para las representaciones de carrera y el 30% para la revista Opción. La infraestructura para el desarrollo de la revista estaba dada. En marzo de 1987, tras la desaparición del periódico Intramuros III, surgió Foropción, un periódico dependiente del consejo editorial de la revista Opción, y Expresión, periódico del Consejo de Alumnos. Ninguno de los dos periódicos perduró.

Corre el año de 1992; Opción parece más fuerte que nunca. Es un nuevo director, de nombre Guido Camú, quien saca el número 54 de la revista. Después de este número, surgieron una serie de graves problemas administrativos que provocaron que Opción viviera una de sus peores crisis, pues el descrédito de las personas que integraban la revista fue enorme, además de que durante un lapso prolongado de tiempo se dejó de publicar. Opción estaba herida; eran tiempos de cambio.

Después del largo silencio, la aparición del número 55, en 1993, continuó con lo que ya era la publicación más antigua dentro del ITAM. Con el debut como director de José Ruisánchez (Joserra) se cambió de tamaño, a media carta, y el diseño de interior, con la inserción de caricaturas, y hubo un regreso al corte literario. El nuevo director explicó: “En un momento de ocio me puse a pensar cuál era la razón por la que la revista fuera tan fúnebre. Como no encontré la respuesta supuse que porque a nadie se le había ocurrido hacerla mejor.” La historia de Opción continuó.

La crisis más seria de Opción se vivió en abril de 1994 con la aparición del número 65. En este número se publicaron una serie de caricaturas pornográficas e irreverentes a lo largo de toda la revista. En la editorial de ese “inmoral” número, su director, Pedro Salazar, y el Consejo Editorial escribieron: “El que siempre desconfía rebaja todos los actos de amor a la bajeza de su mezquindad. (…) En Opción queremos creer. Creer que burlarse de cualquier cosa es la única vía, la dolorosa, para recuperar la fe pérdida. (…) Queremos recibir de nosotros mismos nuestra fe, probando todo y dejándolo después.” El escándalo no se hizo esperar. A la salida del número, la comunidad estudiantil se indignó y tiró Opción (literalmente) a la basura. Los alumnos responsables de tal agravio fueron condenados por los alumnos con insultos y descréditos, además de que estuvieron a punto de ser llevados frente al Tribunal Universitario, y el rector de cancelar la revista de forma definitiva. Venía la pausa de las vacaciones de verano para la revista y la oportunidad de dialogar para buscar una nueva oportunidad. El resultado es conocido.

En abril de 1996, siendo director Carlos Castañeda, se publicó el número 78 de la revista con un tiraje de 2000 ejemplares: un nuevo cambio, el crecimiento era un hecho real. La revista adquirió el tamaño actual y un diseño que buscaba “la cercanía con el lector”. En 1997, Jorge Mesta le dio el toque artístico y la volvió mucho más académica, además de que impuso un récord de 17 publicaciones (entre la revista, suplementos y boletines); Opción crecía. En 1998, el director Daniel Velázquez recibió las primeras colaboraciones de estudiantes de otras universidades y añadió láminas en color en las páginas centrales, destinadas éstas a la pintura y a la fotografía; la expansión continuaba. A finales de 1998, e inicios de 1999, Jaime Martínez, director en esos días, le otorgó una elegancia y dignidad a la revista que hoy perdura; profesionalizó el diseño de la revista, acudiendo a Libraria, compañía dedicada a la edición de libros y suplementos; cambió de papel bond a papel cultural y la portada fue de un nuevo material. Además, aumentó el tiraje a 3000 ejemplares. Opción era una realidad.

Finales de 1999. Hoy “Opción constituye un espacio autónomo, plural, crítico y representativo de una comunidad universitaria comprometida con el destino de nuestro país y de nuestra América. Su perfil es humanista, puesto que sus páginas enmarcan la fe del desarrollo artístico y académico de cada hombre y mujer por igual”. Hoy Opción es una revista con un tiraje de 3500 ejemplares, una de las mejores publicaciones universitarias, con una distribución en 14 diferentes universidades y centros culturales. Opción es una verdadera revista, ya no un intento.

 

Final del intento

Los anteriores a nosotros soñaban sobre el papel y lo hacían letra, y el sueño era un deseo de ansiedad hacia lo diferente, de expresar lo alternativo. Resultado de la alegría creativa, del cotidiano ejercicio del devaneo intelectual, del repensamiento de lo heredado, de la duda de no estar en lo más cierto, del hombre antes del hombre. De ahí surge Opción. La futura redimensión de este espacio no debe perder su condición crítica ni su tradición formal, pues peligra en sucumbir al terrorismo verbal y visual de los medios. Debe mantenerse como un reducto crítico creativo contra el discurso establecido. Debe otorgar una sensibilidad que nos religue con los otros, con los anteriores a nosotros. Por eso me atrevo a escribir una historia.

Y es precisamente aquí donde inicia. La construcción de una continuación. En el soplar fuerte de la mente, en el dar espacio a la palabra que se expresa contra lo estipulado, que escapa de la jaula, de las paredes de los salones de clases. Reformular, recrear, transgredir. Un universo poético en constante ruptura. Respirar hondo, tomar la palabra entre los dados, lanzarla sin misericordia. Cambiar los conceptos y las comas, expandir los puntos, encontrar paisajes perseguidos, imaginar otros, rascar con las uñas las cenizas y desenterrar lo perdido. Ser honesta. Ser legítima. Ser valiosa. Ser simplemente Opción.

Así sea.