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Sin embargo, no imaginas como lees cuando imaginas.

Las letras son cuadrados.

Los círculos son ceros y no son más.

Ceros y unos.

Un viaje en la cascada programada en el lenguaje.

Una aventura egregia

bajo el mar hundido por cráteres de serbal

o en la selva encriptada entre mimosas.

La piedra se ha perdido en la bahía

cayendo

a las alturas del estrépito.

Michael Bay hace un cameo.

Dwayne The Rock Johnson se repite en esquemas narrativos

de felicidades concluyentes y cuadros de sonrisas

para incidir en otro ambiente

de programación.

The Rock actúa en películas de acción como recuperador de lo social.

Michael Bay persuade o intenta de las posibilidades corporales ilimitadas

como mensajero de la esperanza.

La película termina en domingo y la televisión

apagada arrasa las estelas.

Tu rostro en la televisión.

Tu rostro en contrastantes círculos borrosos

de ceros.

Se supone que ceros y unos.

 

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¿A qué van la historia y el viajero?

De fino a como dé.

De fino acomodé.

Defino a como dé.

Defino acomodé.

Defino a

como dé.

Defino a

como de

y en el momento la computadora hace que

origen y destino equivalgan. Los liga

y entonces uno sufre lo que el otro

gracias a la computadora.

 

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Puntos que están arriba de los techos en marciales.

Unas antenas en flagrancia.

Los programas que articulan pisos segundos

terceros en la complicidad con la cinematografía de sus explosiones

viralizan su código alrededor.

Otros códigos copian la geometría cuadrada de sus letras.

Copian apartados.

Copian apartados.

Las exclusiones se esbozan en carrete.

Si el código está extendido no se requiere correr.

Se vuelve inútil:

las caracteres esquinados extinguen con alcance.

 

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El tono tiene que ir en negro.

Vertical pestañea en blanco.

Vertical pestañea en blanco.

El fondo es negro.

Callejón de sombras. Propiocepción

descalibrada entre exteriores. Haz.

Efecto Doppler de pasada. Revólver.

Encharcados sin señales de lluvia.

El código tiene que ser autorreferencial.

Alpinismo de reja. Torpeza. Pisadas

en amenaza. Con calma. Con seguridad

lóbrega el captor. En desesperados

amarres el que huye. La reja cede.

Para la máquina no hay más que lenguaje máquina.

Sin referencia externa.

Sin ayuda.

El código está definido desde adentro.

Cuando corre ocurre.

Cuando ocurre

ya no corre.

 

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Ciudades de resolución tapada y la sombra que se adhiere.

No hay código aquí porque no es computadora:

es máquina.

Las calles son engranes que prescinden de los códigos.

Pero los códigos allí también son virales.

Hubo un error: sí hay código aquí.

Las mallas destazan ceros si las atraviesan.

Dentro de las mallas escasos encendidos

y en la frontera la asimetría.

La simetría está en los estacionamientos.

 

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Códigos que corren desplazan

de la memoria

en pedazos al sujeto.

Instanciar una computadora

dentro de la computadora

es diluir las proclamaciones de escritura.

Yo deja pedazos en cada capa

y yo queda un pedazo.

Ese pedazo corre el código.

 

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La imaginación de códigos es su lectura.

Todo código exhibe la poca lectura de otros códigos.

Y ante un código

antiguo o nuevo

otra vez lo mismo:

no imaginas

como lees

cuando imaginas.

Sin embargo,

no imaginas como lees cuando imaginas.

Programas divulgan: contra la máquina

la imaginación.

Pero imaginación tiene soporte en códigos

hechos por pedazos

de pedazos en código

o no en código.

Si se supone que ceros y unos

contra la máquina

la máquina en camuflaje.