Editorial 199
Caminar, sin darse cuenta
Opción 199, agosto 2017. No sabemos con certeza adonde vamos hasta que estamos ahí. Como en la historia de cualquier pueblo, uno empieza siempre los cambios antes de darse cuenta, y solo cuando son evidentes, cuando ya están sucediendo, se atan los cabos de los inicios, se encuentran esas claves, a veces simbólicas pero
En un ensayo de Otras inquisiciones (1952), Borges dice haber dado con la causa de nuestro desasosiego, al toparnos con que don Quijote lee el Quijote y los hijos de Rama estudian el Ramayana: “Tales inversiones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios”. Opción me engañó, y yo a ella. Me prometió publicaciones, tardes de lectura, de discusión interesada, prestigio, entrada al mundo del espectáculo de las presentaciones de libros, las lecturas de poesía, los gremios de los hombres de letras. Recuerdo con precisión pocas lecturas de mis primeros semestres. Recuerdo, mejor, mi afición a despreciar los planes de estudio, a leer cada una de las onerosas páginas que nos dejaban buscando el punto flaco, esas partes como las columnas de la fachada de la biblioteca de Éfeso que con un ligero golpecito caerán. El juego es inocencia, picardía, emoción. El juego es fiesta y sorpresa, revelación y calma. En el juego el niño se mira por vez primera, construye un espejo y explora sus presencias, sus memorias, sus caminos. Ensaya postulados del alma, las exigencias de su espíritu. A la utopía le disparamos a diario. En nuestra vida íntima y pública, siempre aspiramos a lo mejor; y en la vida gregaria, si no contribuimos a ella, siempre la exigimos. Porque aspirar a la perfección es parte de la condición humana, somos utópicos, pero la utopía, como el hombre, se transforma. Pensamos en el agotamiento del ágora política como un axioma. Cansada ya de tanto desgaste, la mera discusión en torno a la retórica del futuro mejor se consume a sí misma. No sabemos con certeza adonde vamos hasta que estamos ahí. Como en la historia de cualquier pueblo, uno empieza siempre los cambios antes de darse cuenta, y solo cuando son evidentes, cuando ya están sucediendo, se atan los cabos de los inicios, se encuentran esas claves, a veces simbólicas pero representativas, que anunciaban una transformación en vías de marcar su senda.Ficciones y otras realidades
Carta editorial.
Una despedidaReivindicación de una mentira
El juego y la palabra.
Conversación con Xavier VelascoLa utopía a diario.
Conversación con Julia Ramírez BlancoLa política de los que se sienten especiales.
Conversación con Aaron JamesCaminar, sin darse cuenta